Vuelta al ruedo para Joaquín Galdós en Sevilla
El diestro peruano firmó los mejores pasajes al quinto todo de la corrida de Torrestrella. Garrido fue ovacionado y Cadaval silenciado.
Con información de Efe, tomada de internet
Además de los más de treinta grados de temperatura, a ello contribuyó una corrida de Torrestrella falta de fondo y de entrega, que apenas se empleó tras los engaños y cuyos ejemplares fueron yendo precipitadamente a menos a poco de salir de la suerte de varas.
La única excepción fue ese quinto toro, que, paradójicamente, fue el de más bastas y desproporcionadas hechuras del, por otro lado, fino lote de astados gaditanos. Y lo apuntó ya desde su salida, acometiendo al capote con una bonancible nobleza y un templado galope que le duraron, a este sí, hasta el último tercio.
Joaquín Galdós, que había pasado sin brillo ante el rajado segundo de la tarde, no se lució con este con el capote pero si que le abrió la faena de muleta directamente en el tercio y sin probaturas innecesarias, como merecía la ocasión.
Las dos primeras series de muletazos, con la mano derecha, fueron las más fluidas, mientras que el toro ponía la inercia en las embestidas, pero a medida que el animal se templaba y exigía ser llevado con mayor mando, el trasteo entró en una fase de desigualdades.
Pese a detalles y buenos pases sueltos, como los ayudados por bajo de remate, la faena no ameritó un triunfo que, finalmente, el peruano terminó de perder por sus fallos con la espada.
Se fue así en blanco la única opción clara de cortar orejas que dieron los “torrestrella”, a pesar de que el festejo había comenzado con buenas expectativas desde el momento en que José Garrido cuajó un buen manojo de verónicas en el saludo al primero de la tarde.
Pero todo se fue difuminando a medida que el animal fue mostrando su verdadera falta de clase en unas arrancadas fuertes, sí, pero de muy escas entrega, sin descolgar ni humillar ante la ligera muleta del diestro extremeño, menos templada que su capote.
Ya con el mansote cuarto, de media arrancada sin celo, Garrido insistió con tan poco éxito como lo hizo el sevillano Alfonso Cadaval con el tercero, que se desfondó demasiado pronto.
En cambio, al hijo del Moranco le correspondió un sexto con ciertas opciones, las que supusieron una docena de manejables embestidas que el torero movió con más asiento de plantas que pulso de muñecas, antes de que al “torrestrella” también se le agotara la reserva de raza.
Y para remate triste de la tarde, llegó la inesperada decisión de Santi Acevedo, un buen y joven banderillero de la tierra, de cortarse la coleta cuando ya la plaza se vaciaba
Ficha del festejo
Seis toros de Torrestrella, de buena y fina presencia en su conjunto, aunque con algún ejemplar más basto y destartalado, como el quinto, que, paradójicamente fue el de más y mejor juego de un encierro que, por falta de raza y fondo, no se empleó con entrega en los engaños.
José Garrido, ovación y silencio.
Joaquín Galdós, ovación y vuelta al ruedo.
Alfonso Cadaval, silencio tras aviso y silencio.
Incidencias: Al final del festejo se cortó la coleta el banderillero Santi Acevedo.