Apoteosis de Roca Rey en Sevilla: dos orejas en su segundo toro con petición de rabo
El diestro peruano Andrés Roca Rey consiguió este viernes en Sevilla un rotundo triunfo de dos orejas -con petición de rabo- al cuajar con un toreo muy exigente al bravo toro de Núñez del Cuvillo que cerró una corrida que hasta entonces no había llegado a cotas trascendentes.
Con información de EFE, tomada de internet
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Pasaban ya sobradamente las nueve de la noche cuando, después de un par de devoluciones de toros a los corrales y varias faenas que no se acabaron de redondear con éxito, Andrés Roca Rey echó las dos rodillas en tierra para abrir el trasteo de muleta con “Encendido”.
Después de haber perdido la ocasión de cortarle una oreja bien ameritada a su áspero primero, un sobrero destartalado al que aguantó y sometió con valor y gran firmeza pero mató muy defectuosamente, a esas alturas se notaba al peruano dispuesto a que la tarde no se le fuera de vacío.
Y así pasó que el fino y astifino toro de Cuvillo rompió a embestir a su muleta con la calidad que hasta entonces solo había apuntado durante los tercios anteriores, hasta sorprender probablemente al mismo torero, que, sobre la marcha y ante tal evidencia, ya se dio a torearlo con profundidad y temple aun sin levantar las rodillas de la arena.
Entró también entonces el público en la corrida, después de ver pasar la tarde sin grandes sobresaltos, y ya se dejó llevar por ese emotivo dueto que formaron un torero que asentó las plantas para torear con la mano muy baja y un toro, bravo de verdad, que no solo aguantó tanta exigencia sino que además fue a mejor en entrega, recorrido y profundidad en sus embestidas.
La intensidad que tuvieron las tandas de derechazos, y una de naturales ayudándose con la espada, que le ligó Roca Rey a tan bravo ejemplar puso en ebullición los tendidos de la Maestranza, y más aún, lo que son las cosas, cuando el peruano hizo la “noria” con el de Cuvillo, moviéndolo sin pausa alrededor de su cintura, solo que colocado cómodamente tras la pala del pitón derecho.
Pero a todo, a lo bueno y a lo exigente, a lo efectista y a lo ventajista, respondió con la misma bravura enclasada ese “Encendido” que, tras una estocada desprendida cobrada por un exultante Roca, mereció compartir laureles con su matador, al menos siendo arrastrado en una vuelta al ruedo antes de que el peruano paseara sus dos orejas, que para algunos entusiastas debieron ir acompañadas del rabo.
Esos dos trasteos de Roca, el de valor y esfuerzo ante el tercero y el de la rotundidad con el sexto, fueron los momentos de más nivel de la corrida, aun a pesar de que a José María Manzanares le correspondió un lote, en el que entró el segundo sobrero, con opciones para mayor lucimiento que el que obtuvo.
Los dos toros tomaron con claridad y sin mayor dificultad la muleta del alicantino, que los toreó, o acompañó, con ampulosidad y su barroca estética, pero en series siempre tan cortas -apenas de tres y el de pecho- y con tan largas pausas entre ellas que nunca llegaron a alcanzar la suficiente intensidad.
Menos trascendencia aún tuvieron los dos trabajos de Sebastian Castella con un primer toro afligido y a la defensiva y un cuarto también escaso de fuerzas al que trasteó de manera desangelada y sin fe, tal vez a la espera de poder desquitarse en su anunciado gesto con los “miuras” del cierre de la feria…
FICHA DEL FESTEJO:
Seis toros de Núñez del Cuvillo, desiguales de volúmenes y hechuras, la mayoría faltos de fuerzas y fondo.
Sebastián Castella, de tabaco y oro: media estocada trasera (silencio); estocada trasera caída (silencio).
José María Manzanares, de sangre de toro y oro: estocada contraria recibiendo (ovación tras dos avisos); estocada trasera (ovación).
Roca Rey, de carmesí y oro: bajonazo enhebrado y estocada (ovación); estocada desprendida (dos orejas con petición de rabo).
Quinto festejo de abono de la feria de Abril de Sevilla, con cartel de “no hay billetes” (12.000 espectadores) en tarde calurosa.
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