Castella cortá una oreja en la apertura de la temporada en Bogotá

Sebastián Castella es el primer nombre de la temporada taurina de Bogotá. Cortó una oreja, su espada le privó de cortar otras dos de su segundo toro tras una faena que caló hondo en los tendidos de la plaza que se vieron casi colmados en su totalidad.

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El español Morante de la Puebla y Luis Miguel Castrillón, que completaban el cartel, se marcharon de vacío. Los toros de la ganadería de Ernesto Gutiérrez Arango tuvieron un comportamiento desigual.

Sebastián Castella venía de triunfar en Manizales y de dar una buena tarde (sin espada) en Cali. Con estos estos títulos llegaba a Bogotá a sustituir a Roca Rey. La tarde en La Santamaría fue suya.

Los toros de la ganadería Ernesto Gutiérrez Arango fueron nobles en general, pero les faltó chispa.

Morante recibió al que abrió temporada con capote de quilates, hecho de verónicas sinceras y media de embrujo, rematadas con un quite al delantal que caló hondo en los tendidos.

Pero en la muleta el toro de Gutiérrez se quedó corto y eligió defenderse. El de La Puebla abrevió sin dudarlo mucho. Pitos tras el rosario de yerros con el descabello y dos avisos.

El segundo toro de la corrida prometió más de salida. Y con ese grado de codicia, Sebastián Castella supo sacar provecho en una larga serie de percal hecho a la medida de las embestidas. El tono se mantuvo alto con el eco de los tendidos a las chicuelinas que hicieron las veces de quite.

El inicio de cambiados y de firmeza puso pronto la plaza boca abajo. El toro no tuvo el fuelle para responder al desafío, pero ahí estuvo el francés para administrar lo que tenía por delante, sin forzar mucho y con la mano izquierda dueña del escenario. Entera desprendida. Oreja.

El tercero resultó mejor hecho que los anteriores. Y más bravo en el caballo, hasta protagonizar dos tumbos. Enseguida mostró bravura tras los buenos pares del banderillero colombiano Jaime Devia.

Tardo en la muleta tuvo sin embargo calidad a la hora de ir en pos de ella. Pero las ilusiones de Castrillón chocaron con algún inconveniente físico de la res que terminó por deslucir la faena. Larga sesión fallida con el estoque.

El cuarto pareció sentir al comienzo el costo de sus propios kilos, eso sí con la cara abajo como faceta más interesante. Morante puso la muleta y no encontró respuesta, hasta ver diluida cualquier posibilidad.

El problema del quinto resultó ser la escasa fuerza. Cuidó mucho Castella del ejemplar. Brindó a su subalterno Álex Benavides, con quien había tenido un desencuentro en el tercio de varas.

Y de rodillas se puso el diestro galo para meter en la canasta a su enemigo, antes de abrir paso a las series suaves y limpias con la mano derecha y, a continuación con la izquierda.

Temple, tiempos y espacios para mandar en el ruedo de la Santamaría y convocar tras sus huellas la apoteosis a una obra grande, con un animal noble como materia prima.

La espada dijo no en sucesivos pinchazos y los trofeos se evaporaron, pero un aire de triunfo quedó flotando en el ambiente como marco de una sentida vuelta al ruedo. Castella volvía a ser protagonista de la temporada colombiana.

El sexto tuvo movilidad y Castrillón salió a buscar lo suyo. Primero, armado de paciencia. Luego, apurando la escasa acometividad del criado en las faldas del Nevado del Ruiz. No hubo alegría y todo quedó en un lánguido final para casi tres cuartos de entrada en los tendidos.

Ficha del festejo

Toros de Ernesto Gutiérrez Arango. En general, bien presentados y de juego desigual. Pitos al primero, palmas al noble segundo, silenciado el tercero, pitos al cuarto, palmas al bondadoso quinto y silencio al sexto.

* Morante de la Puebla: Pinchazo hondo y ocho intentos de descabello. Pitos tras dos avisos. Tres cuartos y división de opiniones.

* Sebastián Castella: Espada desprendida y oreja. Tres pinchazos y entera, vuelta al ruedo y ovación.

* Luis Miguel Castrillón: Cuatro pinchazos y descabello. Silencio tras aviso. Espadazo y palmas.

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