Manizales: trofeos para Pinar y Hernández en la primera corrida del abono

Rubén Pinar y Sebastián Hernández se convirtieron en triunfadores de la primera corrida de abono de la Feria de Manizales de 2022.

Los dos diestros cortaron oreja en tarde de mansos toros de la ganadería Dosgutiérrez. El otro alternante, el andaluz Manuel Escribano, se fue entre palmas, sin alcanzar trofeo alguno.

FICHA DE LA CORRIDA

Seis toros de Dosgutiérrez desiguales de presentación y mansos en general. Algunos como primero y tercero sacaron genio.

Manuel Escribano, nazareno y azabache. Espadazo y descabello. Palmas, tras aviso. Pinchazo y estocada caída. Palmas, luego de aviso.

Rubén Pinar, celeste y oro. Vuelta al ruedo, luego de tres pinchazos y entera. Espadazo y oreja.

Sebastián Hernández, espuma de mar y oro. Dos pinchazos y entera, palmas. Entera y oreja.

PINAR Y HERNÁNDEZ OBTIENEN TROFEOS

Al final, la segunda de abono de la 67 Feria de Manizales encontró un par de trofeos, aunque bien se pudo ir de vacío ante las escasas opciones que brindaron los toros de la ganadería local Dosgutiérrez.

Solo la garra torera de los tres alternantes permitió que el balance fuese otro. Porque de principio a fin, los tres se jugaron el tipo sin echar un paso atrás.

Así por ejemplo, Manuel Escribano tuvo que vérselas en su primero con un toro que fue de mal a peor. Porque tuvo mal estilo pero incluso porque alcanzó a sacar malas ideas. No se arredró el diestro andaluz y con valor y técnica supo sobreponerse tras una cogida sin consecuencias mayores que sufrió al hacer un quite. Palmas.

La vuelta al ruedo que se ganó Rubén Pinar tras despachar al segundo de la corrida debió ser con pelo en mano. Los pinchazos arriba lo impidieron. El torero español dio cátedra de poder y temple para someter a un toro que, por momentos, quiso salir de la indiferencia.

Y con el desentendido tercero no había nada qué hacer. Así lo comprobó Sebastián Hernández, todo entrega y ganas, insuficientes para cambiar lo que no tenía solución.

El cuarto tampoco cambió la historia. De alguna prometedora embestida para ir de largo, todo se redujo a violencia y temperamento desmedido. Manuel Escribano se exigió sin conseguir más dividendos que el reconocimiento del público. Palmas tras aviso.

Salió a embestir Rubén Pinar a un quinto que se resistía a hacerlo. Igual, el espada no lo hizo de cualquier manera sino que impuso las condiciones con técnica y arrojo. Hecho un auténtico volcán, la plaza se puso a sus pies. Entera y oreja.

Y el del cierre, con alguna movilidad pero sin entregarse, se encontró con la franca disposición del local Sebastián Hernández, quien, firme en los medios, consiguió series de mérito, en especial sobre la mano izquierda. Una oreja de mérito que la presidencia no dudó en conceder, más aún de por medio la clamorosa petición de la más de media asistencia que concurrió al festejo. 

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