El Juli y Bolívar a hombros en el cierre de la Feria de Manizales

Julián López «El Juli» y Luis Bolívar salieron ayer por la puerta grande, luego de convertirse en triunfadores de la corrida de cierre del abono de la 67 Feria de Manizales.

El Juli cortó tres orejas, dos de ellas simbólicas, tras indultar al primero de la tarde. Bolívar cosechó dos en el quinto de la corrida. El también español Tomas Rufo se hizo con un trofeo. Los toros de Ernesto Gutiérrez Arango tuvieron comportamiento desigual, con dos superiores: primero y quinto.

FICHA DE LA CORRIDA

Quinta corrida de abono de la Feria de Manizales. Seis toros de Ernesto Gutiérrez Arango, desiguales de presentación y comportamiento. Indultado el primero, de nombre «Profesor». Le dieron la vuelta al quinto.

El Juli, obispo y oro. Dos orejas simbólicas. Entera, descabello y oreja.

Luis Bolívar, verde botella y oro. Pinchazo y entera, ovación. Estocada y dos orejas, vuelta al ruedo al toro.

Tomás Rufo, verde botella y oro. Gran espadazo, oreja. Estocada y palmas.

CIERRE CON BROCHE DE ORO

La despedida de la Feria de Manizales resultó con broche de oro. Y los responsables fueron, por igual, El Juli, Luis Bolívar y un toro de la ganadería de Ernesto Gutiérrez Arango, el 354, de 476 kilos, de nombre «Profesor».

Ese ejemplar, que abrió la tarde, tuvo un comportamiento excepcional en todas las suertes, pero para que así fuese, encontró en las manos de Julián López y en su cabeza maestra el camino ideal para terminar a sus lomos con el premio del indulto.

La verdad, no hubo manchas en esa faena inmaculada de principio a fin para permitir a la ganadería de Ernesto Gutiérrez Arango este nuevo perdón para los suyos en esta plaza.

Y todo el mérito en el siguiente fue de Luis Bolívar. El torero colombiano sacó agua de una piedra que desde muy temprano buscó asilo en los adentros. Con técnica y mando logró ponerlo en los medios, en donde cuajó una obra de eco en los tendidos. Un pinchazo se atravesó en el camino de un trofeo.

Tomás Rufo se presentó en sociedad con todas las galas. Con finura, sin traicionar lo que lleva dentro, el de Talavera de la Reina se echó pronto a la chaquetilla a un público que agradeció un planteamiento en el que lo más importante fue aprovechar lo que traía el de Gutiérrez, en límites con lo justo. Espadazo de colección y oreja.

El cuarto de la tarde, para El Juli, necesitó quién le empujara. Y ahí estuvo el de Velilla de San Antonio, con manual en mano, para hacer no solo que fuera tras los engaños sino que pareciera mejor de lo que en realidad era. Oreja justa.

De nuevo, Bolívar mostró en su segundo el valor de la madurez. Ante un animal que se movió y siempre fue con la cara arriba, sin dejar además de mirar por momentos a los adentros, el diestro local se puso al frente de los problemas para resolverlos y despertar los olés en los tendidos. Dos orejas y una exagerada vuelta al ruedo fueron los dividendos.

El sexto no dijo nada. Pero sí lo hizo Tomás Rufo, desde la intención de agradar con lo poco que tenía de por medio. Palmas.

Comparte este contenido