Pamplona: Juan de Castilla roza la puerta grande

El torero antioqueño estuvo a punto de sumar una segunda oreja en la tarde de su debut en Pamplona. Se le escapó la puerta grande por el mal malejo de su espada. Exigente corrida de José Escolar. Resumen de prensa sobre su actuación:

MUNDOTORO

Juan de Castilla se consagra en San Fermín como la esperanza de Colombia

Debutaba Juan de Castilla envuelto en un traje sanferminero cuya entrega terminó avalando su presencia en 2025. El diestro colombiano cumplió con creces con un lote exigente, con el que se ha consagrado como la gran esperanza del toreo en Colombia. Cortó una oreja al tercero y se quedó a las puertas de salir a hombros, de no ser porque la espada hizo guardia en el sexto.

Hacía su primer paseíllo Juan de Castilla en Pamplona en la tarde de hoy con la corrida de José Escolar, sorteando el lote de más opciones de la corrida. El tercero de la tarde fue un toro grande, con cuajo y alto de agujas que no se definió en los primeros tercios y que mostró su buena condición en el inicio de faena del diestro colombiano, que comenzó sin probaturas de rodillas en los medios, mostrando la clase que escondía el animal en su interior. Se puso con decisión por el pitón derecho – el mejor pitón del animal- y le sacó muletazos templados y con largura. Una faena breve pero de buen son, que remató con una buena estocada que le valió para cortar una oreja.

Tras cortar la primera oreja, se fue decidido a chiqueros a recibir al sexto de la tarde. Un toro que mostró de salida su buena condición y mucha transmisión en sus embestidas. Apostó por el toro y no le castigó en el caballo en exceso, convirtiéndose la faena en un toma y daca entre el animal y el torero. Tuvo mérito todo lo que hizo con la muleta, pues el de Escolar sacó su bravura y su casta a relucir, lo que en ocasiones descompuso los muletazos de Juan de Castilla. Se puso con verdad por el pitón derecho y se acopló con el animal, exigiéndole por abajo y ligando derechazos de mucha profundidad y emoción. Todo parecía que iba caminado a una puerta grande más que merecida, pero al entrar a matar, el toro perdió las manos y la espada hizo guardia, perdiendo así los trofeos y quedándose todo en una fuerte ovación para el torero y el toro en el arrastre.

 

EL MUNDO – ZABALA DE LA SERNA

El colombiano Juan de Castilla vino a Pamplona para quedarse

Corta una oreja de peso pero la espada lo frena en el umbral del triunfo total tras sortear el lote más bravo y encastado de una seria y morucha corrida de Escolar.

El colombiano Juan de Castilla vino a Pamplona para quedarse. Fue una lástima que el triunfo cantado de su debut se frenase en el umbral. Una oreja de peso y otra perdida por la espada. Cupieron en su bolita del sorteo los dos números 23, los dos toros de la corrida de José Escolar, muy seria por delante, un abanico de tipos que la capa cárdena uniformaba. De los números 23, el último, un cinqueño que cerraba la tarde, se hacía imponente, tan asaltillado y veleto; el más encastado, de tremenda y agobiante repetición -se giraba con vertiginoso celo- pero con el sello de la humillación.

El otro 23 tuvo otro son, bueno de verdad. De seguir la muleta hasta el final. Juan de Castilla, que ya había hecho en éste una declaración de intenciones con el capote a la espalda, lo entendió perfecto, tan encajado y roto, con la derecha por abajo, la mano otra vez ahora con largo recorrido. No se había visto el escolar -caray, la cuadrilla- hasta que el colombiano se clavó de rodillas para arrancar la faena. Se puso también muy asentado con la zocata, pero la respuesta del toro no era igual. Quedó la intención de hacerlo todo en orden. El sentido de la medida fue clave. Un cierre de molinetes de rodillas para conectar con el sol, un espadazo algo tendido -de ahí la muerte retarda- y una oreja de ley. Que no redondeó con el toro que pedía el carnet, recibido en arrojada porta gayola. Como al anterior se lo dejaron muy crudo. Pero el caso era otro, y el error gravoso. A veces se le remontó con su trepidante velocidad de giro sobre las manos. Pero Juan de Castilla le echó también una raza bárbara, consiguiendo series de importante gobierno. Jugó en su contra que el toro perdiera los apoyos en el momento crucial de cruzar el volapié, y la estocada hizo guardia. Ya los demás fallos desprendieron un halo de desesperación con la puerta grande perdida.

 

LA VERDAD

Juan de Castilla pasea un trofeo con un buen lote de Escolar

El tercero fue el toro de más volumen del festejo, con 595 kg. Buen capotero, Juan de Castilla, lo recibió componiendo la figura a la verónica. Desde los medios, brindó su faena al respetable, y allí citó de lejos para comenzar su faena rodillas en tierra, toreando en redondo. Vibrante inició que metió al público en su labor. Humilló el de Escolar y lo llevó por abajo el colombiano en dos grandes tandas con la derecha, y se pasó cerca los pitones en otra con la zurda. De rodillas, quiso animar el final de trasteo. Mató de entera tendida y paseó un trofeo.

Salió en busca de la puerta grande ante el sexto, al que recibió a portagayola. Fue el último un toro exigente y encastado al que dejó muy entero el colombiano. Juan de Castilla, muy dispuesto, tuvo buenos momentos con la diestra pero se le escapó el triunfo con la espada.

 

EFE – PACO AGUADO

Oreja de peso para Juan de Castilla

El joven torero colombiano, consciente de la gran oportunidad que le suponía torear en Pamplona, abrió de rodillas la faena de muleta a un toro hondo que tuvo inercia y fuerza en sus arrancadas, virtud que encauzó en tres tandas de derechazos de creciente ligazón y recorrido, mientras que, ya con el de Escolar a menos, remató el trasteo con airosa habilidad, incluso adornándose antes de un espadazo suficiente.

Y aún pudo haber repetido triunfo con el sexto, otro toro muy encastado al que dejó muy crudo en varas, craso error que le obligó a hacer un auténtico esfuerzo en el último tercio, por mucho que el astado, aun ciñéndose mucho, humillara con más entrega y codicia que el resto de sus hermanos. Solo que, desbordado por momentos, sin llegar a gobernar el encuentro, De Castilla tardó en obtener un mínimo fruto de su desigual empeño.

 

EL DEBATE – ANDRÉS AMORÓS

Vibrante pelea de Juan de Castilla con serios toros de Escolar

El colombiano Juan de Castilla, al que en sus comienzos protegió el pintor Botero, dejó una excelente impresión en Las Ventas, hace poco. Es justo que, en Pamplona, le ofrezcan esta oportunidad, para nada fácil. Pero San Fermín es una excelente ocasión para darse a conocer. Tiene suerte con su lote pero, además de entregarse, sorprende por su oficio, mayor del que cabría esperar, dado lo poco que ha toreado en España.

El tercero es alto y grande, lo pican y banderillean mal, pero repite, con emoción. Comienza Juan de rodillas, en el centro, y resuelve bien la papeleta. Luego, liga derechazos largos y templados, que el toro toma con nobleza. La clave es que se pone de verdad en el sitio donde los toros embisten –pero también pueden herir–, adelanta la muleta y corre bien la mano, prolongando la embestida. El toro ha sido muy bueno por la derecha y la faena, justa, medida, la remata con una estocada tendida: oreja.

Intentando redondear el triunfo, va a porta gayola en el último, que sale pegando regates. El toro humilla, se come el capote, se revuelve rápido. Queriendo cuidarlo, lo pican poco. El brindis es emotivo: por Colombia, su patria, donde se está atacando a la tauromaquia. Dice Juan: «No nos podemos rendir». Él, desde luego, no se rinde, se la juega de verdad, pero al toro le ha faltado un puyazo, el trasteo resulta acelerado, pasa momentos de apuro. Y los fallos con la espada le hacen perder el triunfo grande, que ha tenido cerca, pero deja buena impresión.

 

LA RAZÓN -PATRICIA NAVARRO

Juan de Castilla, a milímetros de la Puerta Grande con un encastado Escolar

Juan de Castilla se llevó un trofeo de un tercero que se dejó hacer, con nobleza y buen fondo. Y ocurrió por ambos pitones. El colombiano lo supo y no es torero que deje pasar momento en blanco. Así que lo aprovechó de principio a fin y se tiró a matar como si le fuera la misma vida. O lo mismo le iba. ¿Quién sabe? Espadazo a la altura de quien quiere ser torero y lo demuestra.

En el sexto se fue a portagayola y si no se llega a echar el toro se lo lleva por delante porque, además, salió como un tren. Una locura. Puso la cara muy abajo el toro, el que más de toda la tarde, pero la embestida la tenía corta. Exigente, pero toro explosivo. De apostar. Por el derecho, el animal era otra historia. De Castilla se puso, le quiso alargar el viaje, y las tandas de mérito a ese toro con muchas cosas buenas tuvieron recompensa. No nos aburrimos. Escolar encastado. Lástima la espada.

 

BURLADERO

Juan de Castilla pincha la puerta grande en Pamplona

El colombiano dejó una tarde destacada en Pamplona sobreponiéndose a sus dos toros cortando una oreja que bien podrían haber sido dos de no haber marrado con los aceros al sexto.

Juan de Castilla  meció a la verónica al tercero que nunca humilló al pasar por el percal del colombiano. Fue mal picado y cabeceó haciendo sonar el estribo. Tras brindar al público, se puso de hinojos a torear en un inicio vibrante con la muleta. Prosiguió después ya firme con derechazos en los que el toro transmitió y además desarrolló movilidad. Condición que el colombiano aprovechó para cuajar series templadas por el pitón diestro. Por el izquierdo el toro tenía una embestida más descompuesta en una faena que fue breve pero que remató de varios molinetes de pie y de rodillas. Mató de estocada tendida y cortó una oreja.

A portagayola se fue Juan de Castilla a recibir al último de la tarde al que lanceó a la verónica con animal que siempre echó las manos por delante en el capote del colombiano. Mostró su falta de fuerzas en el primer puyazo,  y apenas se le castigó en el segundo. Tuvo el toro la exigencia propia del encaste, y el colombiano aprovechó la buena clase del animal. Por el izquierdo el toro se reponía más sobre las manos y deslucía los pases. Por el derecho llegó lo mejor, templando los pases y buscando la profundidad en la casta del Escolar. Le exigió por abajo y pudo dejar varias series de ligazón pudiendo a la exigencia del toro. La pena fue que se atascó con los aceros y perdió la puerta grande. Silencio.

 

Comparte este contenido