Manizales: un canto a la libertad

Toros y Ciudad llegó a su veinticincoava versión en medio de la peor incertidumbre que haya sufrido la Tauromaquia en Colombia. La plaza llena en dos tardes, fue la respuesta de los manizaleños a los que pretenden desconocerles parte de su cultura. Manuel Libardo se ganó un cupo en la feria, mientras el premio al mejor novillero fue declarado desierto.

Por: Diego Caballero D.

Fotos: Tomás Mondragón y Julián Velasco

El domingo 13, a las tres de la tarde, la plaza llena fue un grito de libertad y un sí a los toros en Colombia. Una bandera tricolor en el tendido, otra, clavada en el medio del ruedo, mientras un niño, alumno de la escuela taurina de Manizales, toreaba de salón, fueron el preámbulo al paseíllo de seis toreros que salieron con la bandera de Colombia liada como capote de paseo. Luego, las notas del pasodoble feria de Manizales que empalmaron con los himnos de Colombia y el de la ciudad, se cantaron como cántico de guerra. Acabadas las notas, Manizales, en nombre de la Colombia Taurina, gritó: ¡Libertad! ¡Libertad!

 

Manuel Libardo, torero de feria

La lluvia que asomó apenas salir el primer toro hizo que los tendidos fueran una sola carpa que nadie quiso abandonar. Y bajo ella, se vivió en gran parte la faena de la tarde. La de Manuel Libardo al toro ‘Abanderado’ de la ganadería de Ernesto Gutiérrez, como toda la corrida.

 

Manuel Libardo y Abanderado. Foto Julián Velasco.

 

Desde las suaves verónicas que lo recibieron, el toro mostró la calidad que Manuel Libardo, a media altura en los primeros compases de la faena, supo administrar. Luego, con la mano baja, el torero puso calor a la tarde toreando despacio, gustándose y alargando los muletazos. Dos tandas de naturales en las que toro y torero prolongaron los olés, fueron la cima de la faena en la que hubo inteligencia y torería. La estocada de efecto rápido, al toro que esperó con la cara arriba, puso las dos orejas en las manos de Manuel. Puerta grande para el torero y vuelta al ruedo para el toro.

Ricardo Rivera y Luis Miguel Castrillón, en segundo y tercer lugar, ilusionaron con seguir el ritmo triunfal del arranque de la tarde, pero sus toros se vinieron a menos. Rivera lo intentó, y algunos derechazos con la planta firme se anotaron, pero la labor era imposible. Castrillón alcanzó a torear con gusto por ambos pitones, antes de que el toro dijera no más. Su espada se hizo larga y alejó la posibilidad de alcanzar premio.

David Martínez también hubiese alcanzado premio si su espada entra en el primer intento. Siempre voluntarioso ante un animal que no fue fácil. Poco pudo hacer Sebastián Cáqueza con otro toro que duró poco, ya cuando la noche caía.

Manolo Castañeda fue todo entrega, y los del tendido, ya al calor del último toro de la noche, también se le entregaron. De rodillas, de pies, de principio a fin, Manolo toreó para el toro y para los tendidos. Puso tres buenos pares de banderillas como preámbulo a toda una puesta en escena cargada de buenos muletazos y parsimoniosos andares, ante ‘Triplero’, el otro buen toro de la tarde que embistió con clase, humillado y que aguantó una larga faena. La espada se atravesó a su triunfo.

 

Un duro examen

También se llenó la plaza el sábado 12, día en que se celebró la novillada con picadores. Tarde en la que la ilusión de los seis novilleros se estrelló ante la difícil prueba que resultó ser la novillada de la ganadería de Salento, dado el poco rodaje de los novilleros. Sobre todo, la que presentaron los tres primeros aspirantes que tuvieron que enfrentar a tres novillos que de salida se mostraron fáciles, pero luego sus medias embestidas pusieron difícil la labor. Ni Johan Franco, tampoco José Gallo, lograron resolver lo que no parecía tener respuesta.

Cerca de lograrlo estuvo Cristian Castañeda quien invitó a su novillo a seguir la muleta, aun sabiendo que podía perder la apuesta. Por los aires fue tirado, lo que no lo amínalo. Insistió una y otra vez hasta lograr muletazos con la mano izquierda. Dos pinchazos hicieron olvidar lo meritorio de su labor.

Eduardo Contreras sorteó a ‘Sangre Azul’, corrido en cuarto lugar. El ejemplar de Salento, con clase y ritmo en sus embestidas, fue la pregunta fácil del examen. El novillero supo administrarlas en varias tandas de muletazos que llegaron con fuerza al público, tanta, que hasta se asomaron pañuelos blancos pidiendo el indulto que estaba lejos de llegar. El novillero de Villapinzón entró a matar logrando una estocada de efecto rápido. Cortó una oreja.

Daniel Sánchez, alumno de la escuela taurina de Manizales, lidió el otro buen novillo de la tarde. Tuvo el de Salento embestidas con clase y humilladas. Duró lo suficiente para que Sánchez hubiese alcanzado el triunfo, pero tras exponer, de rodillas y de pies, con capote y muleta, sonaron tres avisos.

A Sergio Álzate habrá que esperarle. En su tercera tarde en Manizales volvió a demostrar que su capote merece mención especial. Una lástima que su novillo no diera lo que prometió en sus primeras embestidas.

 

Harold Sánchez a hombros en el festejo sin picadores

El viernes 11 en la noche se celebró el festejo de promoción con alumnos de distintas escuelas taurinas. Harold Sánchez, de Lenguazaque, salió a hombros tras indultar a ‘Chicuelo’, el eral de Altagracia, de embestidas nobles y entregadas. Inició de rodillas su noche frente a la puerta de chiqueros y la terminó igualmente hincado para torear por manoletinas. Fueron un sinfín de pases y suertes las que ejecutó con su muleta, siendo su entrega y valor lo que quedó en la retina. Dos orejas simbólicas.

Como en la retina quedaron las buenas formas de Daniel Salas. Toreó con gusto, intentando llevar atrás las embestidas del otro buen novillo de Altagracia, este más bravo. No hubo suficiente continuidad entre tanda y tanda, algo apenas lógico en un novillero que como sus compañeros se ponían por primera vez ante un novillo, lo que restó rotundidad a la faena. Pero lo hecho le alcanzó, no solo para cortar una oreja, sino para abrigar esperanzas.

La otra oreja de la tarde la cortó Daniel Montes, de la escuela taurina de Manizales, al eral de nombre ‘Barquero’ al que esperó, muleta en mano, sentado en una silla para darle cinco pases por alto que prendieron los tendidos. Aprovechó las buenas condiciones del Altagracia, sobre todo por el lado derecho.

José de Antia abrió la noche con un novillo que prontamente se fue a tablas en las que no dio opciones. Antia, después de insistir, dejó la estocada de la noche, lo que le valió dar una vuelta al ruedo.

No tuvo mayor suerte Eduardo Valenzuela, de la escuela taurina de Choachí. Sus ganas no encontraron en las embestidas del novillo mayor recompensa. Menos fortuna tuvo Juan Rojas quien vio como su novillo, el último de la noche, se partió un pitón apenas salir al ruedo. Quedó inédito el alumno de la escuela taurina La Sagrada Concepción de Une, sin poder demostrar el valor y la capacidad que se le anotan en los cursos prácticos.

En el festejo de aficionados celebrado el jueves 10 en horas de la noche, se lidiaron novillos de Ernesto Gutiérrez. Sobresalieron el mexicano Cristopher Morales quien cortó una oreja, también el bogotano Jairo Rozo y Pepe López quienes lograron el premio de la vuelta al ruedo. Actuaron César Silva, Daniel Orozco y William Gómez.

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