Apoteósica tarde de toros en Sardinata. Ramsés y Manuel Libardo a hombros

Ramsés y Manuel Libardo salieron a hombros de la plaza de toros de Sardinata tras cortar un total de siete orejas a una manejable corrida de la ganadería de Guachicono.

La plaza se llenó, la organización impecable que se dio a la tarea de anunciar a dos toreros con buen cartel en el  país, debutantes en esta plaza y a una ganadería de prestigio, tuvo reflejo en la taquilla y minutos más tarde en el ruedo donde se vivió un gran espectáculo. Ramsés, el torero bogotano tuvo una tarde plena, cortó cuatro orejas tras dos faenas vibrantes donde su valor asustó a los espectadores. Los aficionados de Sardinata pudieron ver la mejor versión del torero que es ídolo de la afición de la capital, un torero que supo administrar las buenas embestidas que ofreció su primer toro logrando grandes momentos al torearlo por el pitón derecho donde los muletazos tuvieron aplomo y clase. Antes había brillado en un quite por gaoneras y en un inicio de rodillas, con su muleta,  donde ejecuto una  “arruzina”  que fue toda una declaración de intenciones. La estocada aseguró las dos orejas.  Su segundo toro supo agradecer cuando el torero de Bogotá le bajo la mano para responder con raza y recorrido a su muleta. Luego se  pegó un verdadero arrimón y brindó emoción metido entre los pitones del toro. Fue,  una faena vibrante, desde la  larga cambiada con que empezó su labor hasta el estoconazo con el que finalizó la misma. El público de pie y con los pañuelos en la mano, logró para Ramsés otros dos trofeos que paseó ante el delirio del público.

No se quiso quedar atrás Manuel Libardo, cortó su primera oreja tras una faena de corte artístico donde las verónicas y las chicuelinas fueron su presentación. Con su muleta en la mano derecha llegaron sus mejores momentos ante un toro que por momentos solo ofreció medias embestidas. Su decisión y su espada aseguraron, para él, el primer premio.  Con su  segundo encontró la llave de la puerta grande, que ya había logrado Ramsés. Era el último toro de la tarde y su último cartucho para no quedarse atrás luego de la apoteosis de su compañero. No fue fácil pues el toro no siempre quiso dar pelea. Para alcanzar la puerta grande, se valió de  un bonito saludo por verónicas y luego con su muleta,  se empeñó, con una mano y con la otra,  en que la tarde también fuera suya. Lo logró, no aburrirse e insistir tuvo fruto y el animal terminó, por momentos, embistiendo y Manuel sumó por naturales a la emoción de la tarde. Una buena estocada aseguró el premio doble y la llave de la puerta grande.

La salida a hombros de los dos toreros fue el broche a una tarde de toreros entregados a un público que llenó la plaza y que con ello dio la mejor noticia de la tarde.

 

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