El turno de Leandro

Leandro de Andalucía cortó la única oreja al encierro de Salento que tuvo cuatro toros con amplias posibilidades de triunfo. Juanito Ortiz y Moreno Muñoz también se acercaron al triunfo, los manizalitas Andrés de los Ríos y Camilo Pinilla sucumbieron con los peores ejemplares.

 

Texto y Fotos Rodrigo Urrego

Leandro de Andalucía ya había pasado dos veces por la corrida en la que se abre la puerta de la feria de Manizales a un torero colombiano. Y aunque había venido con cierto favoritismo, nunca había podido dar el salto. Para a la tercera resultó la vencida, y esta vez cortó una oreja y se coronó vencedor de la jornada. Le llegó su turno.

Sobrino del matador Nelson Segura, nacido en las entrañas de la ganadería Andalucía, Leandro ha tenido una evolución muy lenta, en buena parte por los tiempos que le correspondieron, en los que ha dado pocos pasos, pero siempre muy toreros.

Como los que dio ante el quinto toro, el que después del tercio de banderillas puso a muchos a gritar de pánico cuando rompió con los pitones las tablas y amenazó con meterse al callejón. Mientras eso sucedía, Leandro estaba de rodillas en el centro del ruedo, y cuando el toro lo vio, el bullicio se convirtió en clamor cuando le pegó una serie en redondo. Suyos fueron los mejores muletazos, algunos largos y lentos, como los que interpretó en una serie al natural. Una oreja que lo pone a las puertas de una feria de primera. Su torero también puede llegar a ser de primera.

La tarde la había prologado Curro Martín, ese soñador torero que seguramente también estaba ilusionado con hacer el paseíllo en la feria, pero quizás lo que soñaba era pegarle 10 o 20 pases a un toro con su personal y apasionada tauromaquia. Y lo consiguió. Tuvo la fortuna de tener a un toro dócil, de embestida dulce y pocas fuerzas, que le facilitó esos pases que lleva tanto tiempo pegando al aire y carcomiéndole el alma. Uno a uno fueron saliendo, mientras su alma se desgarraba y en sus ojos había lágrimas. Curro se sintió el hombre más feliz del mundo.

Andrés de los Ríos, en cambio, la tarde fue un viacrucis. Como si se tratara de una maldición que se empecinara en alejarlo de la feria de su ciudad, tuvo que enfrentarse a un toro que lo único que quería era atropellar como un tren a quien atreviera ponerse en frente. Andrés necesitaba embestidas para torear.

El tercero también parecía tener las malas intenciones del anterior. Pero como en el toreo nada está escrito, Bonito, que así se llamaba, se entregó con fiereza en la muleta. Moreno Muñoz apostó por citarlo a distancia y sacó fruto. La inercia del toro le permitió ligar muletazos que fueron sumando en aplausos y aprobación popular. Le reclamaron la oreja pero el palco no asomó el pañuelo.

En cambio Juanito Ortiz se las vio con un toro con mucha menos entrega, pero que también embistió. O por lo menos que el torero lo supo enredar con colocación e intuición, para hacerlo perseguir la muleta. Terminó cerca de los pitones y al filo de las tablas.

La noche cayó sobre Camilo Pinilla, el otro manizalita de la terna. Su toro se negó a embestir y el torero tampoco tuvo suficientes argumentos para convencerlo de lo contrario.

 

Foto y Video en  http://bit.ly/2f2kOGl

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