Emilio de Justo indulta un gran toro de Las Ventas y sale a hombros junto a Ginés Marín en Manizales

Un gran toro de la ganadería de César Rincón, de nombre ‘Despistado’ y el arte y el oficio de Emilio de Justo se juntaron para protagonizar el momento más importante de lo que va transcurrido en la actual Feria de Manizales.

Emoción y calidad en sus embestidas, de un lado, y sin igual aprovechamiento de esa veta por las manos, ya la cabeza de un torero que pasa por el mejor momento de su dilatada carrera, dejaron al final una plaza feliz y las dos orejas simbólicas, tras la aparición de la señal del perdón en la Presidencia.

La corrida comenzó con las ilusiones de Cristóbal Pardo, que tuvieron respuesta en los inicios de faena del primero de la tarde, cuando el toro se movió con calidad en el capote. Hasta ahí porque casi enseguida el de Las Ventas se agarró al piso por la vara caída que había recibido y todo quedó en cálido saludo para el diestro.

Vino en cambio ese caro, sueño de Emilio de Justo, que encarnó enseguida en el toro de nombre ‘Despistado’, que salió en segundo lugar para entrar en la historia de la Monumental. Su forma de humillar y de ir a cada cite con el son de los mejores puso a vibrar los tendidos, fue un toro bravo de esos que no se olvidan y de inmensa calidad para recordar siempre.

Aparte, el de De Justo, que ya es suceso, estuvo a tono de la joya que le pusieron en suerte. Las series fueron largas, templadas y rematadas. El indulto fue un premio al criador, César Rincón, y a un lidiador que nunca equivocó el rumbo.

Con los ánimos de la plaza arriba, salió el tercero, toro exigente al que no dudó en contestar claro y en voz alta Ginés Marín, quien anduvo poderoso y firme para mantenerse al frente del desafío. Oreja justa y palmas al de Las Ventas.

Trofeo también pudo ser para Cristóbal Pardo, en el cuarto de la corrida. El toro, muy escaso de fuerza, necesitaba de una mano y Cristóbal le dio dos. En especial la izquierda, para redimirlo y llevarlo por momentos a terrenos de la trascendencia. Cuando un pañuelo estaba listo para asomar en el palco, pinchazo y espada caída echaron todo al traste.

El segundo de su lote para Emilio de Justo se quedó a medio camino y el torero español debió tirar de él para hacer algo más que un capítulo de trámite. Igual, solo palmas.

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