Morante de La Puebla vuelve a La Santamaría
El próximo domingo se inicia la Temporada Taurina en Bogotá. El encargado de abrirla será José Antonio Morante que hace once años no pisaba, por distintas circunstancias, el ruedo de la primera plaza de Colombia.
Por Diego Caballero D.
Son contados sus paseíllos en La Santamaría. Una de las razones a su ausencia es la de los sorpresivos paréntesis en su carrera; el del 2004 tras reconocer que llevaba año y medio en tratamiento psicológico, el del 2007 tras encerrase con seis toros de distintas ganaderías en Las Ventas de Madrid dando como explicación la pérdida de la ilusión y el del 2017, alegando estar aburrido del sistema y que fue la más corta, pero lo suficientemente extensa hasta cubrir la temporada americana no permitiendo tener en Bogotá a un torero distinto y siempre esperado. Esas salidas del escenario taurino y el cierre de La Santamaría (2012 – 2017) influyen en esta baja estadística que hace de Morante un torero esperado y deseado a pesar de que ya han pasado 19 años desde su primer encuentro con la afición bogotana.
Para las estadísticas cuenta el que su confirmación de alternativa (28 de enero de 2001) en La Santamaría estuvo teñida de buen toreo y de sangre. El toro de su confirmación, de la ganadería de Garzón Hermanos, dio nulas opciones y su segundo toro de nombre Rompecuñas, que no era su toro, le permitió bajar la mano y torear despacio hasta que el toro decidió pararse. Quiso asegurar el premio entrando a matar recibiendo, pero el toro lo hirió, como antes a Nelson Segura que era el dueño del toro desde el sorteo. Esa noche, tras la corrida y mientras atendían a Morante en la Clínica Bogotá, los aficionados hablaban del toreo del torero de la Puebla y luego, lamentarían no poder verlo ocho días después, como estaba anunciado en La Santamaría para despachar una corrida de Rocha Hnos. en un cartel en el que estaba anunciado junto a El Cordobés y César Camacho.
Su segunda y hasta ahora última tarde en Bogotá (2009) estuvo marcada por protestas y su capote. Las imágenes en la que se mostraba a Morante toreando a la verónica, fueron imagen de las portadas de los diarios, de los portales taurinos y dueñas de los halagos de los aficionados.
Luego vendría el cierre de La Santamaría y la cita de Morante con Bogotá se aplazaría hasta el próximo domingo cuando la afición bogotana se encuentre con un torero calificado de genio, distinto de maneras y de formas menos actuales, sin golpes en su chaqueta de torear y quizás sin oro, pero dueño de una tauromaquia en la que no se fingen posturas, en la que se torea desde el cite hasta el final del muletazo sin las imposiciones de una técnica ya aprendida y alejada del parón donde los toros pasan cerca, pero poco pasa o queda.
Un torero que se sienta en el escritorio de Joselito El Gallo (1895-1920) y que desde allí busca en los libros y en los videos el toreo de antes para ponerlo en un contexto actual reviviendo viejas suertes del toreo, un torero capaz de apuntillar a un toro en pie o de secarle el sudor a un toro sin miedo a la polémica. Un torero con slogan propio (El arte no tiene miedo) o dueño de una “religión” el morantismo a la que siguen desde un viejo rockero hasta cientos de Morantistas, declarados y no declarados, que no tienen excusas para verlo y si argumentos para esperar a que José Antonio toreé como solo lo hace Morante de La Puebla.
El domingo es su nueva cita en La Santamaría junto a Roca Rey y Luis Miguel Castrillón ante los toros de Ernesto Gutiérrez.