Tres décadas de aquella tarde en la que Rincón se hizo amo del toreo
Hace 30 años un colombiano se hizo amo del toreo en Las Ventas de Madrid. Fue una tarde soñada que repitió tres veces en ese mismo 1991 y dos veces más a lo largo de su carrera. Hace tres décadas Colombia, el país que era conocido como el de Gabriel García Márquez, vivía tiempos alimentados por las balas y el narcotráfico. De repente, desde el 21 de mayo de ese año, las imágenes de los noticieros que mostraban diariamente el drama colombiano, se vieron interrumpidas por los triunfos de un torero nacido en Bogotá, de origen humilde y que representaba el sentir de un pueblo: César Rincón.
Redacción Puerta Grande
El libro ‘La Santamaría, 90 años de tradición’, próximo a salir a la venta, dedica un amplio capítulo donde se cuentan los sucesos que antecedieron a éxito del torero en las Ventas de Madrid y que tuvieron a la Santamaría de Bogotá como protagonista. Lo siguiente es un fragmento del proyecto literario, liderado por Víctor Diusabá, Diego Caballero y Rodrigo Urrego.
“Colombia tiene un torero para el mundo entero…”, sentenció Fernando González Pacheco en el Noticiero Nacional. “… ese torero se llama César Rincón”. Con esas premonitorias palabras concluyó el informe de lo sucedido el 27 de enero en el ruedo de la Santamaría, en la que el diestro bogotano volvió a la capital pero convertido en un auténtico emperador.
Un par de meses atrás, el 4 de noviembre, había sufrido una gravísima cornada en la plaza Agustín Barona Pinillos de Palmira, cuando ‘Baratero’, de la ganadería Ambaló, estuvo a punto cegarle la vida tras seccionarle las venas safena y femoral. Tres operaciones y varias trasfusiones de sangre le salvaron la vida. Un mes después, aún con la herida fresca, reapareció en la plaza de toros de Quito para llevarse el trofeo Jesús del Gran Poder de la tradicional feria de la capital ecuatoriana. No sería el único triunfo del “renacido” torero, pues días más tarde se llevó por primera vez en su carrera el trofeo Señor de los Cristales como máximo triunfador de la feria de Cali.
Con ese antecedente, Rincón volvió a hacer el paseíllo en la Santamaría, vestido de palo de rosa y oro con morillas negras, con el propósito de ratificar ante sus coterráneos la dimensión que había alcanzado su toreo. Y lo hizo de forma contundente al cortar tres orejas a los de Ernesto González, que ese día lidió un auténtico corridón, en el que dos de los seis toros fueron premiados con la vuelta al ruedo en el arrastre. Las dos primeras orejas de su cuenta personal las cortó al toro ‘Plenilunar’, al que le recetó la que fue calificada como la mejor estocada de la temporada. Fue la tarde la consagración definitiva de César en el ruedo donde tomó la alternativa nueve años atrás…
Bajo un cielo cárdeno, como el pelaje de la mayoría de los toros de la ganadería caucana, debutó en la Santamaría el trianero Emilio Muñoz que venía de cortar la friolera de 7 orejas en la feria de Manizales, de la que se marchó con en el trofeo ‘El Pregonero’ que el diario La Patria concedía al triunfador del serial. Pasó desapercibido en el toro de su presentación, pero cuajó un faenón ante el que salió en cuarto lugar, que si solo fue premiado con una oreja, fue porque pinchó en dos oportunidades. Jesulín de Ubrique, aún con los puntos de sutura en su pierna, hizo su tercer paseíllo pero no estuvo a la altura de los toros que cayeron en su lote. Aun así, la tarde provocó tanta euforia que un puñado de aficionados se tiró al ruedo y sacó a hombros a los tres toreros…
La semana siguiente, el domingo 3 de febrero, adquirió antigüedad la ganadería de Punta Umbría, hierro que fundó Antonio García con el lote de vacas y sementales de Vistahermosa que le correspondieron como herencia tras la muerte de su padre. Ante estos toros santacolomeños, Roberto Domínguez y César Rincón, que continuaban con su enconada rivalidad, volvieron a verse las caras en el ruedo de la Santamaría, y de nuevo el vallisoletano se impuso al cortar las dos orejas del cuarto, toro de nombre ‘Traficante’, declarado el mejor de la temporada. La faena del vallisoletano también fue considerada la mejor del serial. Rincón tuvo que conformarse con pasear un solo trofeo, mientras que Fernando Lozano fue un auténtico convidado de piedra en el nuevo duelo que protagonizaron quienes, por esos años, eran los máximos ídolos de la afición capitalina…
A Manuel Ruiz ‘Manili’, que tenía ‘amenazado’ al empresario Camilo Llinás por haberle incumplido el contrato en la temporada anterior, le fue saldada la deuda el 17 de febrero cuando fue incluido en el cartel junto a Roberto Domínguez y César Rincón. Esta vez, el torero bogotano le ganó el pulso al vallisoletano al cortar tres orejas, dos de ellas al sexto, un toro de la ganadería Chicalá, propiedad de Floresmiro Hernández, que remendó el encierro de Vistahermosa. Manili paseó una oreja del segundo de su lote en el que tuvo la osadía de dar dos vueltas al ruedo, el público lo pitó en el segundo paseo al anillo por lo que tuvo que interrumpirlo de forma abrupta…
Una semana después, y para promover un desempate, Fermín Sanz de Santamaría pidió la plaza para organizar un mano a mano entre Roberto Domínguez y César Rincón ante toros de su ganadería de Mondoñedo. El festejo, fuera de abono, se realizó el sábado 23 de febrero y tuvo carácter benéfico, pues el producido de las taquillas fue a manos del Hospital Infantil Lorencita Villegas de Santos. Las boletas oscilaron entre 1.300 pesos, el balcón de sol, y 17.300 la barrera del tendido especial de sombra. La plaza no se llenó en su totalidad y quienes acudieron a los tendidos salieron decepcionados. Una solitaria oreja cortó César Rincón…
El gran ausente de la temporada fue el director de El Tiempo, Hernando Santos Castillo, quien atravesaba momentos de auténtica incertidumbre, pues su hijo Francisco Santos Calderón, jefe de redacción del diario capitalino, que había sido privado de la libertad en septiembre del año anterior por lugartenientes del narcotraficante Pablo Escobar, jefe del cartel de Medellín y miembro de los llamados ‘Extraditables’.
Así comenzó el que, sin duda, fue el año que partió en dos la historia de la tauromaquia colombiana, porque tres meses después, César Rincón conquistaría el cetro del toreo mundial, cuando salió a hombros por la puerta grande de Las Ventas de Madrid.
La conquista de España
La fiesta brava en España atravesaba momentos de monotonía, Espartaco mantenía su reinado, pero no había un torero que verdaderamente encendiera la llama de la pasión. En Las Ventas, por ejemplo, no se escuchaba el grito de ‘¡Torero, torero!’ desde 1985 cuando le fue dedicado a Antonio Chenel ‘Antoñete’.
Ante ese panorama, Rincón volvió a España de la mano del apoderado Luis Álvarez que le consiguió un lugar en la meca del toreo el 28 de abril en un modesto cartel que completaron Enrique Ponce y Raúl Zorita, que ese día lidiaron toros de Celestino Cuadri. Aunque no cortó orejas, el torero colombiano expuso las credenciales de la pureza y verdad de su tauromaquia.
Esa actuación le valió para que los hermanos Lozano, empresarios de Las Ventas, y cinco años antes de la Santamaría, lo incluyeran en los carteles de la feria de San Isidro, sin embargo, esa decisión generó el rechazo del centro de asuntos taurinos de la Comunidad de Madrid que consideraban al torero colombiano como un auténtico desconocido que no merecía estar en la feria más importante del mundo.
La empresa no cedió a las críticas por lo que Rincón hizo el paseíllo el 21 de mayo junto al español Curro Vásquez y el mexicano Miguel Espinoza ‘Armillita Chico’ para lidiar toros de Baltazar Ibán. La corrida fue transmitida en directo por televisión, y toda España vio al torero colombiano citar de frente y a larga distancia al toro Santanerito al que le cortó las dos orejas. Por primera vez en la historia, un torero nacido en el país de la leyenda del dorado, abría la puerta grande de Las Ventas. La noticia del triunfo del bogotano que en ese entonces tenía 26 años de edad y nueve de alternativa, abrió los noticieros de la televisión colombiana y la fotografía de su salida a hombros fue primera plana de todos los diarios del país.
Y si los españoles creían que todo se trataba de una casualidad, 24 horas después César Rincón se encargó de despejar cualquier duda. Volvió al ruedo madrileño en sustitución de Fernando Lozano, y volvió a poner boca abajo a la plaza más exigente del mundo al cortarle las dos orejas al toro ‘Alentejo’ de la ganadería portuguesa Murteira Grave. “Too-re-ro, too-re-ro” fue el grito que se escuchó en Las Ventas y que provocó las lágrimas de César mientras volvía a distanciarse del toro para dar una nueva serie de muletazos. Ese día alternó con Francisco Ruiz Miguel y Espartaco que hizo enfadar al público Las Ventas que lo despidió con una bronca. Parecía que ese día el diestro de Espartinas le cedía el trono al torero nacido en el barrio Santander de la capital colombiana.
Rincón, como lo había hecho Gabriel García Márquez casi diez años atrás, consiguió que por unos días la prensa internacional dejara de referirse a Colombia como el país del café, la coca, el narcotráfico y la guerrilla, como lo reconoció el presidente César Gaviria que le envió una carta después de semejante hazaña:
Matador, el histórico triunfo obtenido por usted en sendas faenas en la plaza de Las Ventas de Madrid, al cortar cuatro orejas y salir en hombros por la puerta grande bajo una nube de pañuelos, ha invadido de alegría y orgullo los corazones de todos los colombianos…
La Comunidad de Madrid, que había cuestionado la inclusión de Rincón en la feria de San Isidro, se vio obligada a buscar a Luis Álvarez para contar con su torero en la corrida de la Beneficencia, como exigían los de lo contrario los aficionados madrileños los mandarían a la hoguera. El apoderado aprovechó para sacar la cuenta de cobro y exigir una millonaria suma de dinero para que César hiciera el paseíllo, el 6 de junio, en un mano a mano con José Ortega Cano con toros de Samuel Flores.
La corrida fue transmitida por Televisión Española y la señal fue reproducida en directo en Colombia. Aquel mediodía el país se paralizó con las faenas del torero colombiano que, ante la mirada del rey de España, Juan Carlos de Borbón, cortó tres orejas y consiguió abrir la puerta grande por tercera vez consecutiva, esta vez compartió la salida a hombros con Ortega Cano y el ganadero Samuel Flores.
Ese día, Hernando Santos Castillo volvió a una plaza de toros y lo hizo en compañía de su hijo Francisco, que había sido liberado, precisamente, el 21 de mayo, fecha de la primera salida a hombros de Rincón. El colombiano los vio en el tendido y aprovechó para brindar la muerte de su segundo toro, al que le cortó las dos orejas, a ‘Pachito’. En esa lidia también se consagró Rodrigo Arias ‘Monaguillo’ en el ruedo madrileño, pues saludó montera en mano desde el tercio tras dos espectaculares pares de banderillas. Su arrollador paso por Las Ventas mereció que la revista Semana, por primera vez, dedicara su tapa a un torero, allí apareció la fotografía de su tercera salida por la puerta grande, la cual cruzó con una bandera de Colombia en la mano, edición titulada ‘Ave César’.