Puerta Grande para Emilio de Justo en Cañaveralejo
El español se convirtió este martes en el gran triunfador de la tercera tarde de abono de la actual Feria de Cali, al cortar tres orejas y salir por la puerta grande.
El torero colombiano Sebastián Ritter se hizo a un trofeo, mientras que el también español Antonio Ferrera se marchó en blanco.
Los toros de la ganadería local Guachicono no dieron mayor juego y flojearon, a excepción del bravo quinto, que fue premiado con la vuelta al ruedo.
FICHA DE LA CORRIDA
Seis toros de la ganadería Guachicono, escasos de presentación y de opciones. Premiado el quinto de la tarde con vuelta al ruedo.
Antonio Ferrera, grana y oro: saludo, tras dos pinchazos y entera. Y saludo luego de pinchazo y tres cuartos.
Emilio de Justo, grana y oro: oreja tras pinchazo y estocada. Dos orejas luego de estocada.
Sebastián Ritter, nazareno y oro: espadazo y oreja. Palmas, tras dos pinchazos y estocada.
DE JUSTO SE TOMA LA FERIA DE CALI CON UNA FAENA DE CONCURSO
Ante un toro que por presentación y comportamiento fue la excepción de un deslucido encierro de Guachicono, De Justo cotizó alto para entrar en competencia por el trofeo de la actual Feria de Cali.
El torero español cortó las dos orejas y, con el planteamiento de su faena, permitió el lucimiento de ese ejemplar hasta hacerlo merecedor a la vuelta al ruedo.
De partida, la faena de ese turno tuvo laboriosidad para dar con los tiempos, los terrenos y las distancias adecuados.
Ya al mando de la nave, De Justo se adentró en la belleza de sus ejecutorias hasta conseguir el consenso de una plaza que se le entregó para exigir los máximos trofeos, concedidos por el palco presidencial.
En su primero, el español había echado mano de la técnica para resolver los problemas de la escasa fuerza de su enemigo, ahí cortó una oreja más.
El colombiano Ritter obtuvo también un apéndice, tras una lidia en la que brillaron tanto el sitio en el que siempre se supo poner para aprovechar las limitadas condiciones del ejemplar al que hacía frente.
En el sexto no pudo hacer más que poner voluntad porque no halló de dónde sacar provecho.
La peor parte del festejo la llevó Ferrera, el diestro más experimentado de los tres. El muy terciado primero, con el que se abrió la corrida, fue de una total intrascendencia. Y el cuarto sacó mal estilo y dejó en evidencia sus malas ideas.
Igual, contra esas adversidades, el espada se hizo merecedor a las palmas de una plaza con escasa asistencia, luego de un aguacero que obligó a postergar el inicio de la corrida.