Valencia: Roca Rey, con tres orejas, a hombros hasta el hotel

Un bravo toro de Jandilla, de nombre ‘Leguleyo’, al que se le pidió el indulto, permitió una vibrante faena del torero peruano reconocida con dos orejas. Otra cortó del toro que cerró la tarde  en la que José María Manzanares cortó un oreja, mientras Alejandro Talavante fue silenciado.

Con información de EFE, tomada de internet

El astado de Borja Domecq, un serio y hondo castaño chorreado que fue la cima de un encierro encastado y de  variado juego, ya salió de toriles exigiendo mando en unas repetidas arrancadas que templó y llevó perfectamente en la brega Antonio Punta después de que acudiera con prontitud al encuentro con el caballo, donde no se le castigó en exceso.

Pronto también en banderillas, se arrancó como una bala a los dos pases cambiados de rodillas con los que Roca le abrió faena en los medios de la plaza, para seguir embistiendo incansable y con el mismo celo en una primera mitad de faena en la que su matador no acabó de cogerle el sitio ni el pulso.

De ahí en adelante, Roca se asentó y se enfibró más con el toro, en un auténtico esfuerzo por no verse desbordado por una bravura arrolladora y tan evidente que gran parte del público comenzó a pedir su indulto, a lo que no accedió la presidencia, aunque si a una aclamadísima vuelta al ruedo en el arrastre después de que “Leguleyo” se fuera a doblar en el mismo centro del ruedo, en señal inequívoca de su bravura suprema.

Entre el entusiasmo general, Roca Rey paseó las dos orejas de ese gran toro que lo puso todo sobre la arena, y aún se llevaría una más del sexto, otro serio Jandilla, pero menos cuajado, que también pedía mando para sus fuertes arrancadas después de sacar genio en varas.

En este caso, el torero de Lima, tras saludarlo con una deslucida larga a portagayola, aplicó la misma firmeza pero a falta de una mayor autoridad, aguantando y tapándose tras la pantalla de la muleta ante unas fuertes oleadas que no cesaron ni cuando el animal, sin el suficiente grado de gobierno, comenzó a tomar el camino de las tablas, donde Roca remató con los efectismos que calientan las tardes más populistas.

Bravo fue también el hondo cinqueño que abrió la tarde para un Manzanares que se obligó a sí mismo a un mayor esfuerzo del necesario al encimarse demasiado en los cites.

Sin traerlo toreado por delante y cerrándole demasiado el arco de los muletazos, el toro se violentó en varias ocasiones, sin que la faena, pese a la firmeza del alicantino, tuviera la necesaria fluidez antes de volcarse en una estocada de extraña colocación: un bajonazo en el lado contrario.

Al cuarto, con el hierro de Vegahermosa, pese a su voluntad de atacar, le faltaron fuerzas en los cuartos traseros, defecto que no pudieron corregir los bruscos desplazamientos hacia las afueras de la muleta del torero de dinastía.

Alejandro Talavante, por su parte, pasó casi desapercibido por Fallas, ya que su primero se desfondó rápidamente por los sangrientos efectos de un gran puyazo de Manolo Cid, y luego no se fajó apenas, sin que se le viera tampoco con mucha lucidez lidiadora, con un quinto que se defendió rebrincado y sin emplearse——————–

FICHA DEL FESTEJO:

Seis toros de Jandilla (el 4º con el hierro de Vegahermosa), de buena y seria presencia, aunque algo desiguales de hechuras y volúmenes, y bravos en su conjunto, pero con distinto juego: Destacaron por su raza primero, sexto y sobre todo el tercero, “Leguleyo” de nombre, bravísimo y premiado con la vuelta al ruedo en el arrastre después de que se le pidiera el indulto.

José María Manzanares, de nazareno y oro: estocada baja contraria (oreja con petición de la segunda); pinchazo y estocada (silencio).

Alejandro Talavante, de corinto y oro: estocada y tres descabellos (silencio); pinchazo, estocada tendida trasera y descabello (silencio).

Roca Rey, de grana y oro: media estocada desprendida perpendicular (dos orejas tras aviso);  media estocada delantera desprendida (oreja con petición de la segunda, tras aviso). Salió a hombros.

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