A Ramsés le cortan la cara

Un toro lo hiere en el rostro y un presidente le niega la puerta grande. Ramsés fue el gran triunfador de la segunda tarde, debió cortar dos orejas del quinto pero el palco le hurtó la segunda. Faenón de Juan Bautista y vuelta al ruedo para Ginés Marín.

 

Rodrigo Urrego B.

 

Por segunda vez y de forma consecutiva un presidente se empeña en cerrarle la puerta grande de Manizales a Ramsés. Esta vez consiguió su cometido. Dejó sin salida a hombros al torero bogotano que volvió a poner a sus pies a una plaza que va camino de venerarlo.

En la feria del año pasado le hurtó una oreja pero el torero le respondió cortando tres. Esta vez sucedió en el segundo del lote, cuando ya no había otra posibilidad para abrir la puerta grande. Aprovechando la circunstancia y desde la comodidad del palco le volvió a negar la segunda oreja que el torero se había ganado de forma legítima en el ruedo. Y para completar cuando el público ya se pasaba de alaridos asomó un pañuelo azul para premiar al toro. No le bastó con robarlo. Lo señaló de culpable.

Si la segunda corrida de la feria no hubiera tenido presidente, Ramsés habría cortado dos orejas al quinto toro. Estremeció la plaza. Pocos daban un peso por el de Santa Bárbara, que se había guardado sus mejores embestidas para el último tercio. El torero bogotano no dudó en apostar. Era su última carta. Y la que estaba marcada era un as.

Ramsés le puso la muleta muy abajo, y el toro se dejó seducir. Se fue por ella humillando su embestida y la persiguió el largo terreno que le fue trazando el torero. Los primeros oles fueron tímidos, pero cuando lo hizo por segunda vez comenzaron a tronar, al tercero y al cuarto la plaza era un clamor, y así se repitió las otras series que toro y torero protagonizaron. El diestro bogotano terminó con la taleguilla entintada de sangre, y el de Santa Bárbara roto por tanta entrega. Estocadón en lo alto, pañuelos en los tendidos. Eran dos orejas, pero el señor presidente tuvo la cara dura de mandar caminando a un torero que llevaba la cara cortada para salir a hombros.

En el segundo de la tarde, al rematar un quite con el capote a la espalda, el toro lo arroyó, Ramsés cayó a la arena y allí el toro le metió el pitón en la mejilla. Pudo ser peor. Y así como la imagen de Lucho Herrera estremeció al país hace 32 años, con la cara ensagrentada no se bajó de su bicicleta y coronó de primero la meta en Saint-Etienne en el Tour de Francia de 1985, Ramsés hizo lo propio cuando el público veía correr su sangre por la mejilla y así enfrentarse a dos toros bravos.

El presidente también se opuso a la voluntad popular en el tercero. A Ginés Marín, el triunfador de San Isidro, el público le pidió a rabiar una oreja para premiar una faena con la que se había emocionado. Que empezó con pases sueltos pero que terminaron convirtiéndose en circulares que hipnotizaron al toro y al público. La estocada fue baja, pero el torero fue obligado a dar una vuelta al ruedo.

Dos vueltas dio el francés Juan Bautista en el primero de la tarde, pero si hubiera acertado con la espada las tenía que haber dado con dos orejas en la mano. Faenón del torero debutante. Toreó al natural con la derecha, y los muletazos con los que guio la embestida noble y franca del de Santa Bárbara fueron de altísima calidad.

 

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