Castella, Bolívar y Roca Rey, lo que pudo ser una foto para la historia

Tarde histórica en Cañaveralejo. Embistieron seis toros de seis, y debieron cortarse doce de doce orejas. Finalmente los tres toreros se repartieron ocho de  un gran encierro de Juan Bernardo Caicedo.

 

Por Rodrigo Urrego B.

Después de varias tardes grises, Cañaveralejo encontró la luz. Seis toros de Juan Bernardo Caicedo, bravos, serios e intimidantes, precipitaron un corridón  para la historia de la plaza, que ha cumplido 60 años. Y tres toreros que salieron al ruedo a no dejarse ganar la pelea, y que con su casta y valor, tuvieron como premio el pasaporte para atravesar la puerta grande tras repartirse ocho orejas. Y eso que por algunos fallos con la espada el resultado pudo ser mayor. Debían cortarse doce orejas.

Sebastián Castella, ídolo de la afición de Cali, fue el que dio el primer golpe. Le bastó el primero de la tarde para poner a delirar a un público que siempre le ha querido. Se enfrentó a Enamorado, un toro que con sus embestidas provocó el romance en la plaza. El torero francés nunca se cansó de pasárselo alrededor de su cuerpo hasta enloquecer los tendidos, y la pasión se desbordó a tal punto que la presidencia concedió los dos trofeos y la vuelta al ruedo para el toro en el arrastre. Ni el más optimista pensaba que la tarde empezaría de forma tan triunfal.

El turno fue para el colombiano Luis Bolívar a quien poco le gustó que un foráneo se fuera en ventaja en su propia casa. Brindó la faena a sus paisanos y le pegó pases de todas las facturas a Barba Azul. Apenas era el segundo de la tarde y la plaza era un clamor. Las dos orejas fueron el premio con el que hizo respetar su feudo.

Pero si Bolívar salió picado con el triunfo de Castella, Roca Rey salió a y tragarse el mundo después de que sus compañeros aseguraron la puerta grande. Y los que ganaron fueron los aficionados, pues si ya sabían del temerario valor del torero peruano, jamás se imaginaron lo que verían a continuación.

Roca Rey ya había saludado a Distinguido, tercero de la tarde, con tres largas cambiadas de rodillas con el capote, y si eso no era suficiente, se tiró de rodillas con la muleta, un muletazo por alto, y luego un cambiado por la espalda de rodillas. Si alguien lo había visto que levante la mano. Y si alguien no lo alcanzó a ver, el torero peruano repitió la dosis hasta en dos oportunidades más. Cuando Roca Rey se levantó de la arena la plaza, la tenía rendida a sus pies. Lo que siguió fueron minutos de toreo intenso, finalizados con un desplante también temerario, cuando el torero se despojó de espada y muleta y lo desafió a cuerpo limpio. Faena para Señor de los Cristales, pero la espada redujo el clamor a una vuelta al ruedo.

Castella, sin embargo, no admitía empates en el marcador. Y ante el cuarto, Jilguerillo de nombre, volvió a dar muestras de toda su capacidad. Esa que hipnotiza a los toros y los hace perseguir la muleta. Los oles que se escuchaban en la plaza eran atronadores, y las dos orejas fueron el premio a un torero que salió a reconquistar a Cali, su eterno amor. Otras dos orejas. Nunca, en sus 17 años de alternativa, el francés había cortado cuatro orejas en una sola tarde en Cañaveralejo. Hasta en tres oportunidades había cortado de a tres. ¿Acaso fue la mejor actuación de Castella en Cali? Si los números no dejan mentir, el toreo del francés tampoco.

Bolívar no tuvo otra salida que irse a la puerta de chiqueros para recibir al quinto. Se arrodilló frente a la puerta de los sustos y al que asustó fue al público con una larga cambiada de rodillas. No desperdició de alegrar al público con un quite con el capote y brindó su faena a un maestro de Cali, el torero Enrique Calvo El Cali. Su faena ante Sabihondillo fue emotiva, no solo por las encastadas embestidas del animal, sino por la capacidad del colombiano que le pegó pases de todas las facturas. Interpretó la suerte suprema con la difícil suerte de recibir pero no atinó, y la espada le privó de pasear más trofeos.

Tesorero, sexto de la tarde, era la última carta de Roca Rey. Su faena no tuvo la dimensión de la primera, pero tuvo los méritos suficientes para que el público lo premiara con la salida a hombros. Y hasta la banda de músicos le dedicó un solo de trompeta para animar su faena. Las dos orejas que merecía en el tercero las consiguió el en último. No importaron los pinchazos. Si la presidencia no daba las dos orejas el público se tiraría al ruedo a sacarlo a hombros. El ganadero Juan Bernardo Caicedo también fue obligado  a dar una vuelta al ruedo.

Castella,  el rotundo triunfador de la tarde, no salió en una foto que pudo ser histórica. La salida a hombros que finalmente dieron Bolívar, Roca Rey y el hijo menor del ganadero. La feria de los 60 años terminó por todo lo alto, tres toreros que abrieron la puerta grande y una afición que salió toreando por los tendidos.

Cali, plaza de toros de Cañaveralejo

31 de diciembre de 2017

Sexta Corrida

Se lidiaron toros de Juan Bernardo Caicedo. Jilguerillo, número 751 y con 468 kilos, lidiado en cuarto lugar, fue premiado la vuelta al ruedo en el arrastre. El ganadero dio la vuelta al ruedo y salió de hombros.

Sebastián Castella: dos orejas y dos orejas

Luis Bolívar: dos orejas y saludo desde el tercio tras aviso

Roca Rey: Vuelta al ruedo y dos orejas. 

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