Festival en Vistalegre: Madrid se vistió de solidaridad por damnificados de Valencia
Inolvidable tarde noche la de este domingo en el Palacio Vistalegre de la capital española. Más que por el resultado artístico del festival taurino, grande en sí, por la muestra de solidaridad y cariño de Madrid con Valencia toda, azotada por la tragedia de la Dana, ocurrida hace poco más de un mes, con saldo de víctimas mortales superior a las 200 y pérdidas económicas aún por cuantificar.
Por Víctor Diusabá Rojas
Madrid
Foto Miguel Arboleda
Una vez más, la fiesta de los toros se unió para enseñar valores y servir a los más necesitados. Esta vez lo hicieron Enrique Ponce, Sebastián Castella, José María Manzanares, Alejandro Talavante, Fernando Adrián, Andrés Roca Rey y Olga Casado, novillera de la Escuela Taurina José Cubero ‘Yiyo’. Y a su lado, las ganaderías Garcigrande, Jandilla, El Freixo, Domingo Hernández y Núñez del Cuvillo.
Novillo a novillo, el festejo fue creciendo en emociones hasta retribuir a los espectadores que colmaron esa Arena. ‘Piñonero’, de Garcigrande, abrió paso a las ilusiones. Alguna verónica con el Enrique Ponce marca registrada le hizo frente a un novillo escaso de fuerzas. De la receta de muleta más arriba de la media altura y el temple resultaron oles sentidos y palmas de cariño. Quizás, con la mano izquierda hubo más recompensa para el esfuerzo del valenciano. El de Garcigrande fue a más, sin alcanzar la estatura para trascender. Pinchazo y entera. Palmas al novillo toro y vuelta al ruedo clamorosa de Ponce.
Alegre salida del segundo, más claro para Sebastián Castella por el pitón izquierdo. Breve y contundente lección del francés con el capote en el quite. Amo y señor de los terrenos, Castella quiso imponer las condiciones con la muleta desde la misma salida. Y lo logró en la mayoría de la faena, ante un ejemplar que quiso huir de la pelea. Espada trasera, oreja.
El colorado tercero del festejo, del hierro Jandilla, tuvo movilidad en el primer tercio ante las invitaciones de Manzanares. En cambio, en la muleta se fue quedando corto para elegir la aspereza. Enhebrada entró la espada, lo que acabó de deslucir aquello que ya carecía de brillo. Media espada suficiente, palmas.
Del hierro de Freixo fue el cuarto. Con él, Alejandro Talavante hizo exposición de variedad con el percal, jaleada por la asistencia. Ya con el trapo rojo en sus manos, el con querencia en Extremadura se inclinó por cites en corto en vista de que su enemigo no se desplazaba con holgura, aunque sí con calidad. De ahí salió, con la muleta casi siempre indemne, un camino a los trofeos, ese mismo que Talavante recorrió en corto y por derecho para cobrar dos orejas. Vuelta al anillo al de El Freixo.
De Domingo Hernández fue el quinto, para Fernando Adrián, quien puso listón alto con muletazos de rodillas dignos de verlos en pie. Y lo que vino enseguida, templando y mandando con la mano derecha, hizo que la gente se pusiera de su lado sin condiciones. Toro con recorrido, aunque con algunos guiños a las tablas. Espada tendida de pronto efecto, dos orejas y vuelta al ruedo al toro.
El sexto, de Núñez del Cuvillo, de nombre ‘Serpentín’, fue para Andrés Roca Rey. El novillo se repitió sin tacha en los lances firmes que el propuso el peruano. Tras intensa pelea en el caballo, el de Cuvillo no se molestó para ir de largo en un quite, por momentos, atropellado de Roca Rey. Muy quieto, el torero enseñó como pudo el camino a una res que humillaba poco y pasaba dando saltos en clara muestra de falta de categoría. Esfuerzo de Roca Rey sin respuesta digna del novillo. Pinchazo sin soltar y palmas de aprecio y admiración que Roca Ray recibió desde el tercio.
El de cierre, de Garcigrande, correspondió a Olga Casado, novillera de la Escuela Taurina José Cubero ‘Yiyo. La aspirante dejó sabor y huella con el capote en lances de recibo de diversa elaboración. Crudo quedó el novillo tras el nulo castigo en varas. Citó Olga a su enemigo en los medios y encontró allí el punto ideal para corroborar la nobleza de un animal siempre franco y repetidor. Las series se repitieron sin descanso, en medio de la algarabía de los tendidos. Las manoletinas de cierre y los adornos de mano baja pusieron el moño. La espada en buen sitio cerró la obra. Dos orejas y rabo. Ovación al novillo en el arrastre.