Madrid: Álvaro Lorenzo abre la puerta grande

Cortó tres orejas de una importante corrida de El Torero y dio una sensación de madurez y proyección muy a tener en cuenta.

Las casi 10.000 almas que acudieron a Las Ventas miraban con el rabillo del ojo lo que estaba pasando en Sevilla hasta que Álvaro Lorenzo se propuso dar una importantísima tarde de toros en Madrid. Cortó una oreja a su primer toro apuntando su evolución pero conquistó el corazón de la plaza en la rotunda faena al sexto de la tarde. Desde novillero se ha cantado las condiciones de Lorenzo y, especialmente, su virtuoso capote. También el temple. A partir de hoy hay que añadir la serenidad torera con la que logró que la tarde explotase.

El tercer de El Torero tuvo movilidad, casta, transmisión. En ocasiones violencia. Lorenzo lo fue haciendo desde el recibo con el capote y, a base de seguridad, le convenció para que embistiera. Con la mano izquierda se sucedieron varias tandas entregadas en las que Madrid agradeció a Lorenzo su cabal colocación. Hubo naturales limpios, largos, con personalidad. Cuando volvió a la mano derecha, el pitón más áspero, logró una meritoria tanda. El final por bernadinas tuvo muchísima emoción (oreja).

El inicio por estatuarios al sexto estuvo rematado con un supremo pase del desdén. Dio distancia al toro y en enarboló el típico runrún de faena grande tan de Madrid. Dos tandas con la derecha exigiendo a Viscoso que respondió por abajo. Con descaro Lorenzo se echó la muleta a la izquierda y de nuevo firmó naturales asentados con largura y emoción. Transmitía el toro y, también, el toreo. Otra tanda sublime al natural antecedió a un final genuflexo sin ayuda, alternando las manos y los pitones con torería.

El del Torero seguía buscando los vuelos por abajo. Se premió con una vuelta al ruedo al toro, quizá excesiva ya que despertó alguna protesta pero justa si se entiende como premio al conjunto. La importante actuación de Lorenzo fue premiada con dos orejas pedidas de forma unánime. David Mora se encontró con un lote con posibilidades en variado sentido: El primero fue noble, con clase pero muy justo de fuerza. La faena estuvo condicionada por la falta de poder. El cuarto fue el clásico manso que la toma con bondad por abajo.

Mora aprovechó la querencia para torear relajado, erguido, en su mejor versión. Madrid lo supo ver y quiso premiar la actuación con una oreja (palmas y vuelta al ruedo tras petición). Daniel Luque pechó con el garbanzo negro del conjunto: el quinto. Un toro que venía a su aire, sin humillar, sin entrega y, sobre todo, por dentro. Luque lo pasó con oficio pero sin convencimiento. Con los aceros no se entendió en ninguno de sus turnos (silencio y silencio).

La primera Puerta Grande del año fue conquistada por la rotundidad de un joven valor toledano que se ha ganado entrar en la primera línea de batalla del toreo.

Con información de EFE, tomada de internet

Imágenes y videos del festejo en Fotos del festejo en http://bit.ly/2f2kOGl

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