Madrid: Lorenzo, la primera oreja de San Isidro

Álvaro Lorenzo cortó “in extremis” de la primera oreja de la Feria de San Isidro, mientras que a Daniel Luque se le negaron por una faena de mucha más entidad en la dictó una lección de cómo ahormar y acabar cuajando a un manso de una interesante corrida de Montalvo.

La orejita de Lorenzo llegó en el sexto, un toro que sembró el caos en banderillas pero que rompió a embestir con profundidad en la muleta, lo que aprovechó el joven toledano para, tras una aparatosa voltereta, argumentar una faena simplemente entonada al natural, por donde logró los muletazos más logrados.

 

 

No obstante, a aquello le faltó más rotundidad, lo que no fue óbice para que los tendidos, sobrecogidos quizás por aquel percance, se entregaran con él, de ahí el trofeo logrado tras una certera estocada.

Su primero, tercero de corrida, en cambio, fue el típico toro para tirar la moneda al aire. Un animal con “disparo”, que se dice ahora, muy pronto en los cites y con mucha transmisión. Había que apostar fuerte con él, asentarse de verdad y tratar de imponerse a base de mando, pues había que ordenar y dominar ese torrente de exigencia.

Justo lo que no hizo Lorenzo, al que se le vio, por momentos, hasta desbordado -sufrió hasta tres desarmes- por “Lírico”, que acabó haciéndose amo y señor de la situación.

Pero lo verdaderamente importante de este inicio de San Isidro ocurrió en el cuarto, un toro abanto, que salió barbeando tablas y buscando la huida, saliendo también suelto del caballo y sin querer tampoco pelea en el último tercio.

Pero Luque, con un oficio y una fe tremenda, fue haciéndolo poco a poco, primero sujetándolo en los medios y después ganándole constantemente la acción para arrancárselos (los muletazos) por el derecho, hasta acabar pegándole varias series por el izquierdo con un aplomo y una suficiencia extraordinaria. Muy de verdad.

Faena técnicamente inmaculada y hasta magistral por momentos, porque muchos hubieran tirado la toalla a las primeras de cambio o hubieran tenido que irse a chiqueros a pelearse con él. Pero Luque, que lo ve cristalino hasta con el más desabrido, lo hizo todo en los medios, hasta la estocada final, otra vez de manual. Incomprensible que el palco le negara una oreja que se había ganado a ley.

Su primero fue un toro serio, hondo y muy rematado, quizás un punto atacado de kilos, hándicap que hizo que le costara un mundo desarrollar la clase que tenía. No ayudó tampoco lo rápido que pasó todo en el primer tercio, y las dos veces que lo tiró al suelo López Simón en un amago de quite con el percal a la espalda.

Y fue una pena porque, ya está dicho, el toro tenía cosas buenas, pero por todas estas circunstancias hizo que se viniera muy pronto abajo en la muleta de un Luque que lo hizo todo a favor de obra, con mucha suavidad en el trato y una buena estocada final.

Lo de López Simón y los sorteos es digno de estudio, pues hasta los que parecen que no van a tener un pase, al final acaban ofreciéndole posibilidades de triunfo. Otra cosa es que luego sepa aprovechar esas oportunidades.

Le ocurrió en su primero, un toro de finas hechuras que, pese a blandear de salida, al final acabó regalándole quince o veinte embestidas para haber puesto la plaza patas arriba. No fue el caso, pues el madrileño se limitó a pasarlo por uno y otro pitón con solvencia pero sin emoción alguna. Hubo alguno suelto, sí, pero el conjunto se quedó sin macizar.

El quinto fue otro toro que sirvió pese a faltarle algo más de entrega; y nuevamente se vio a un López Simón que no dijo nada del otro mundo a lo largo de una faena tan mecánica como anodina. Lo mejor aquí fue la estocada.

FICHA DEL FESTEJO.- Toros de Montalvo, bien presentados y de variado comportamiento pero con interés los seis dentro de sus matices. El primero tuvo clase pero se vino abajo muy pronto; el flojito segundo tuvo buen fondo en la muleta; exigente y con transmisión el tercero; el manso cuarto pareció mejor de lo que fue por lo gran trato que le dio su matador; sirvió el quinto; y también tuvo importancia el sexto.

Daniel Luque (azul marino y oro): estocada (silencio); estocada (aviso y vuelta al ruedo tras fuerte petición de oreja).

López Simón (fucsia y oro): pinchazo y estocada desprendida (ovación tras aviso); estocada (palmas tras aviso).

Álvaro Lorenzo (pizarra y oro): estocada trasera y desprendida (silencio); estocada (oreja).

Al finalizar el paseíllo se guardó un minuto de silencio en memoria de todos los abonados fallecidos durante la pandemia.

Primer festejo de la Feria de San Isidro, con dos tercios de entrada en los tendidos (15.348 espectadores según la empresa) en tarde espléndida. 

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