Con información de Las-ventas.com
Miguel Ángel Perera abrió la Puerta Grande tras lidiar un lote extraordinario de Puerto de San Lorenzo. Fue una corrida con varios toros interesantes en la que López Simón saludó una ovación tras fallar con la espada en el sexto. Juan del Álamo con el lote más complejo fue silenciado. La tarde transcurrió entre gritos de Viva España, dada la circunstancia política.
El primero salió dormido de chiqueros pero luego se desplazó mucho y con calidad. El tercio de banderillas fue brillante y puso al público en pie. Brindó a los tendidos y comenzó la faena con el toro ajustándose mucho pero humillando. Las series por el derecho fueron muy ligadas, al natural esperó más la embestida del toro y toreó muy templado al final. Con la muleta arrastrada realizó circulares y la bravura del toro no le permitió la falta de sitio y sufrió una voltereta para afianzar la emoción de toda la labor. La estocada casi entera quedó atravesada, hizo falta el descabello y falló en el primer intento. Pese a ello paseó la primera oreja. Otra cortó en el cuarto con el que inició con pases cambiados que tuvieron mucha transmisión. Las series fueron largas porque el toro no paró de embestir, con mucha fijeza. Perera adornó la faena con un farol cuando el toro se rajó después de numerosos muletazos. Hubo un pinchazo previo al estoconazo que no le privó de abrir la Puerta Grande.
López Simón fijó al sexto toreando por abajo. El toro marcó querencias en los primeros tercios y salía suelto continuamente. Luego en la muleta fue mejor por el derecho por donde el madrileño basó su faena, primero con mucha ligazón y ya en las últimas series con profundidad. Destacando la antepenúltima serie antes de que huyera a tablas y la última a pies juntos. Estuvo desacertado con la espada y por ello solo saludó una ovación. En tercer lugar lidió un sobrero de Santiago Domecq, enmorrillado y recogido de cuerna. Vino muy metido en el capote pero en el inicio con la muleta molestó el viento y posteriormente le costó desplazarse, quedándose muy encima del torero. La colocación de López Simón fue clave en una faena que tuvo mayor peligro del que transmitió al público.
El quinto, un toro muy hondo, echó la cara arriba y embistió con fuerza. Juan del Álamo logró someterlo por momentos. El segundo no apoyó bien las manos y tuvo peligro, siendo el peor de la corrida.
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