Puentepiedra: como aquellas tardes de Vistahermosa

Ramsés,  Manuel Libardo y el ganadero Juan Carlos García salieron a hombros en la primera corrida de la temporada colombiana, una tarde de poco público, seis orejas y dos toros indultados.

Rodrigo Urrego Bautista

Puerta Grande

Bastaba con que se anunciaran toros de Vistahermosa para que los aficionados se llevaran las manos a la cabeza. Era obligado ir a la Santamaría porque con toda seguridad la tarde sería de gloria. Había que prepararse para quedar ronco por tantos oles, terminar con las palmas de las manos coloradas de tanto aplaudir, y con las botas vacías sin una gota de manzanilla por tantas razones para brindar. Había que cargar pañuelos blancos en el bolsillo porque con toda seguridad se agitarían más de una vez, y tocaba estar dispuesto a que los sombreros o las chaquetas terminaran en el ruedo, y llenarse de mucho valor para torear carros por la Carrera Séptima y la Calle 26, pues así salían los aficionados en aquellas tardes célebres  de los toros de la divisa rojo y gualda, los de la bandera de España, también los de Bogotá.

Como aquel 12 de diciembre de 1976  cuando Santiago Martín El Viti indultó a Romepagala, Palomo Linares a Rehiletero, y Enrique Calvo El Cali a Soleares. Tres indultos, un récord que desde entonces nadie ha podido superar en la Santamaría. O la de un domingo de enero de 1983 cuando César Rincón indultó al toro Sonajero, único en el mundo en ser indultado dos veces, pues 10 años después lo toreó ‘El Cordóbes de los Pobres’ en la plaza portátil de Fuente de Oro, en los Llanos orientales, y regresó a la ganadería.

En 1987 la bravura del toro Telestar no la contenían las tablas de la barrera de la Santamaría, pues las levantaba y las desprendía con sus pitones y se las echaba sobre sus lomos. El Cali lo toreó como media hora hasta indultarlo. Dos años después, César Rincón indultó al toro  Mandarín. Indulto tras indulto, muchos bogotanos se hicieron hinchas de Vistahermosa, y muchos toreros colombianos conquistaron grandes triunfos con los del encaste Santacoloma.

Como en aquellas épocas, los toros de Vistahermosa volvieron a hacer temblar a una plaza de toros. La de Puentepiedra, el pasado sábado, y tras varios años sin tener noticias suyas, pues el encaste Santacoloma hace tiempo que no es apetecido por los toreros españoles, que los condenaron al olvido.

Pero volvieron a salir al ruedo y las gargantas otra vez se quedaron roncas, los corazones saltaron de emoción, y los pañuelos volvieron a batirse. Los oles que estremecieron la plaza de Marruecos, a pesar de que solo hubo media entrada, se sucedían uno tras otro, más fuertes que el anterior.

Como los que arrancó Ramsés ante Riverito, cuarto de la tarde. Toro que tenía el pecado capital de no tener fuerza, pero que lo ocultó con embestidas de mucha clase. El torero bogotano inició de rodillas pero  Riverito se fue de bruces a la arena. Entonces optó por no obligarlo y ponerle la muleta a la altura de sus ojos, y provocarlo a que la persiguiera pero a media altura. El de Vistahermosa aceptó la invitación y nunca renunció a perseguir el trapo rojo cada vez que lo tenía en frente. Lo hacía como quien camina a cámara lenta, y de esa misma forma lo toreó Ramsés que se emborrachó pasándose el toro cerca de su cuerpo y conduciendo al animal con admirable suavidad las veces que quiso. Un faenón. El público ya se había parado varias veces de sus asientos, y lo volvió a hacer para reclamar el indulto. Riverito, como aquellos antepasados, se ganó el premio mayor.

Si esa faena parecía ser la cima de la tarde aún faltaba que saliera Cariñosito al ruedo. Lo hizo en sexto lugar y Manuel Libardo lo toreó con mucha clase con el capote a tal punto que la gente se levantó de sus asientos con sus verónicas y la larga con la que remató su saludo. Pese a ello nadie se imaginaba lo que haría Cariñosito. Se puso a embestir con la cara humillada, la mayor virtud de los Santacoloma, y persiguió la muleta una y otra vez, sin importar que no la alcanzara. Libardo ligó series emocionantes, pues cada vez que las remataba volteaba a mirar a los tendidos y allí veía gente que lo aplaudía de pie. Cada embestida era emocionante y el público empezó considerar que Cariñosito también debía regresar a la ganadería. Y así fue, la presidencia no podía ir en contra de la voluntad popular y el toro fue indultado.

Tarde de seis orejas porque Libardo había cortado una al tercero de la tarde y el peruano Joaquín Galdós fue el encargado de prender la fiesta en el segundo de la corrida, al que toreó con clase y al que mató de una estocada fulminante, no pasaron más de diez segundos desde que dejó el estoque en lo alto, cuando el toro cayó rendido a sus pies y sin necesidad de la puntilla.

No todo fue color de rosa, también hubo defectos propios del Santacoloma. Como el primero de la tarde, que aparentó tener poca fuerza por lo que fue poco castigado en el caballo, pero en la muleta de Ramsés fue una auténtica alimaña. O se iba derecho al cuerpo del torero, o amagaba perseguir la muleta para quedarse corto en las zapatillas. El torero bogotano alcanzó a arrancar oles tras un par se series de mucho mérito, pero el toro luego no le regaló una sola embestida.

Galdós, que había pedido lidiar en segundo lugar para no perder el vuelo de regreso, prefirió abreviar con el quinto por lo que parte de los aficionados lo castigaron con el grito de “toro, toro”. El peruano se marchó y dejó servida la fiesta a los colombianos.

Manuel Libardo y Ramsés se fueron a hombros en compañía del ganadero Juan Carlos García, como en aquellas tardes que hicieron célebre a la ganadería Vistahermosa. Por lo menos la tarde del sábado 15 de diciembre en Puentepiedra se ganó un lugar en la historia. Nunca se había indultado un toro desde su inauguración, en 2013, y la primera vez fue por partida doble. Riverito y Cariñosito se sumaron a Rehiletero, Rompegala, Soleares, Telestar, Sonajero o Mandarín. Los toros de la divisa rojo y gualda, los que hicieron generaciones de aficionados en Bogotá han regresado.

Ficha
Ficha
Puentepiedra (Colombia)
Media plaza
Toros de Vistahermosa
Indultados 4° y 6°

Ramsés: palmas y dos orejas simbólicas
Joaquín Galdós: oreja y división
Manuel Libardo: una oreja y dos orejas simbólicas

A petición de Joaquín Galdós se cambió el turno en el orden de lidia.

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