Se marchó Aldo Buenaventura, el presidente de la Santamaría

En las décadas de los años 70 y 80,  la Plaza de Toros de Santamaría vivió tiempos gloriosos. El coso bogotano fue testigo de grandes tardes y en sus tendidos se sentía la pasión que despertaban los toreros sin importar su nacionalidad.  Palomo Linares era su ídolo, Vistahermosa su ganadería y Aldo Buenaventura su presidente.

Por Diego Caballero

Sin el torero español, sin los ganaderos (Francisco y Antonio) solo Aldo podía contar con especial devoción y con aires de protagonista, lo que significaron esos gloriosos años. Desde ‘su’ palco presidencial,  fue testigo de innumerables tardes en las que él, con un pañuelo en la mano, ayudó a darles el tránsito a gloriosas. Como aquella tarde de los tres indultos a los toros de Vistahermosa por parte de El Viti, Palomo y El Cali. Buenaventura también se ‘adueñó’ del palco capitalino en muchas tardes de los años 90, gracias a su fama de buen aficionado, conocedor de la fiesta, de toreros y de encastes. Parte de su conocimiento taurino, quedó plasmado en el primer capítulo del libro El toro de lidia en Colombia, publicado por la federación nacional de ganaderos (Fedegan) y que tituló ‘El toro y sus orígenes’.

Su labor como presidente en la Santamaría fue su hobby dominical, entre semana y por más de 20 años ejerció como notario en Bogotá. Desde su oficina ubicada en el centro internacional y en compañía de amigos. Muchos fueron los entresijos que discutió sobre la temporada bogotana y sus decisiones presidenciales.

Antes, fue juez de paz durante la presidencia de Alberto Lleras Camargo. Fue director del posgrado en Notariado de la Universidad del Rosario y ejerció como profesor de Derecho Canónico. Amigo confidencial de Hernando Santos (director del diario El Tiempo 1981 – 1999) y compañero de colegio (Liceo Nacional de Zipaquirá) de Gabriel García Márquez con quien prosiguió su amistad tras graduarse, hasta extenderla en los callejones de las plazas de toros,  como en aquella tarde del brindis de Joselito al nobel en las Ventas de Madrid y del que Buenaventura fue testigo de primera mano.

Fueron muchas las anécdotas que compartió en condumios, tertulias y almuerzos, siempre con la mesura y la delicadeza en sus palabras, más propias de la culta y fría Bogotá que lo rodeó, que de la caliente y alegre Chaparral, que lo vio nacer hace 91 años.

Muchos de sus amigos con los que compartía su cita anual con La Santamaría, la del próximo año y a la misma hora, se le habían adelantado en ese camino sin regreso. Manuel Piquero, Jorge Forero Vélez “Rozeta”, Eduardo de Vengoechea, Pacheco, Fermín Santamaría, Isabel Reyes, Antonio García, Hernando Santos y muchos más que  también escribieron y atestiguaron la gloria de los 70 y los 80 en la primera plaza del país y que ahora ya tienen a ‘su’ presidente.

Hoy, familiares y amigos a las 12:30 p. m., se reunirán para despedirlo en la iglesia de la Inmaculada Concepción (cra. 11A n.° 88-12), y darle ese último adiós al presidente de la Santamaría.

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