Vueltas al ruedo para México y Venezuela en la corrida de las seis naciones

Luis David y Colombo lograron dar una vuelta al ruedo. Luis Bolívar cayó herido.

 

Por Fernando Fernández Román de Obispo y Oro,  tomado de internet

 

Era un experimento. Un ramalazo de genialidad, de buscar la novedad. Lo  nunca visto, o casi nunca; en suma, un aliciente más, un pimiento del piquillo picante, para reavivar la cartelería maratoniana de esta feria de San Isidro. Dígase lo que se quiera, no se puede negar que, en principio, lo de la corrida de las Seis Naciones cayó bien. La ONU taurina se presenta en Las Ventas. Era una curiosidad que apetecía descubrir y discernir, llegada la hora. Y la hora llegó: las siete de la tarde del jueves del Corpus Christi, al tiempo que, a menos de una hora de camino en coche, se celebraba una corrida de toros de postín. Lo diré con letra de sevillana lenta de Chiquetete: A la Puerta de Toledo…/ en el mismo sitio (su plaza de toros) y a la misma hora, cuatro toreros, Morante, El Juli, Talavante y Álvaro Lorenzo, llenaban el coso de la imperial ciudad y se entretenían en cortarles ocho orejas a los toros de Garcigrande.

Tan brutal competencia hizo que los graderíos de la Monumental de Madrid se cubrieran solo en sus dos terceras partes. Impresión final: no carburó la novedosa corrida. Un solo toro para seis matadores, entraña el riesgo de que los toreros traten de dilatar al máximo su única intervención (lo cual puede acarrear, como así fue,  una rociada de avisos). También comporta una pequeña ceremonia de la confusión, cada torero llevaba a sus órdenes un picador y dos banderilleros, pero como uno de estos últimos se encarga de la brega durante el segundo tercio, se tiene que echar mano de otro del siguiente espada, para cubrir el expediente. Total, que la inmensa mayoría del público, incluido el grueso de la conspicua afición, no se enteró bien de quien colocaba los palos en la tarde de ayer.

Banderas por doquier, en las bocanas de acceso a la gradería descubierta y también en los propios tendidos, en un ejercicio cromático y visual de fervor patriótico, esta vez un poco forzado por el marketing –bien dirigido, por cierto—del departamento pertinente de la empresa.

En efecto, a las siete y unos pocos minutos iniciaron el paseíllo una formación inusual de toreros, a saber: Juan Bautista (de Francia), Luis Bolívar (de Colombia), Juan del Álamo (de España), Joaquín Galdós (de Perú), Luis David Adame (de México) y Jesús Enrique Colombo (de Venezuela). Seis naciones taurinas en liza, con sus correspondientes embajadores plenipotenciarios (o no). Y en chiqueros, seos buenos mozos de El Pilar, ganadería salmantina (traer cada cual su toro “nacional” debió complicar mucho las cosas, pero todo se andará). La disposición jerárquica que, según el orden de antigüedad de los toreros, ofrecía el cartel obliga también a una exposición cronológica de lo ocurrido; por tanto, me olvido por esta vez de invocar al estro literario y me doy complacido a la tarea de utilizar el género periodístico del “toro por toro”, que con tanta fortuna manejaban los revisteros de antaño, para lo cual, me complace reestrenar mi seudónimo, solo sacado del armario en casos excepcionales. A ello voy:

Primer toro, Dudoso de nombre, castaño de pelo 551 kilos de peso, de correcta presentación, aunque mas bajo de agujas que los estereotipos de esta ganadería. Mansea en varas. Brega eficazmente de capa Rafael González y Gustavo García (de la cuadrilla del torero siguiente) le coloca un buen par de banderillas. Aprieta en uno de los puyazos, poro no tarda en echar el freno en el tercio final. Juan Bautista torea de muleta con soltura y buen oficio. El toro pega arreones y no termina de pasar. Poco que hacer. Pincha una vez, a continuación otro pinchazo horrible, media caída y descabello. Silencio.

Segundo toro, negro mulato, Jacobo de nombre, y como tal resultó ser un jacobino de tomo y lomo, porque revolucionó la lidia en pocos minutos. Los 549 kilos de peso, bien repartidos por su equilibrada anatomía. Luis Bolivar lo torea a la verónica con buen porte, y saca dos lances excelentes. Se arranca al caballo de picar desde gran distancia (unos 20 metros), pelea metiendo los riñones y le pegan duro. En la segunda vara también aprieta, pero le pegan menos. Bolívar inicia el trasteo confiado, y cuando trata de dar un pase en redondo con la mano diestra, el toro se acuesta por ese lado, le prende, voltea y busca en el suelo, rompiéndole al torero los bullones de la camisa y le saca la pañoleta a pasear. Tremendos instante de incertidumbre, porque los pitones rondaron el pecho, la espalda y el cuello del colombiano, a merced del toro de El Pilar durante angustiosos segundos. Se levanta Luis Bolívar sereno y valiente, mostrando al toro la muleta que maneja con la mano izquierda. Brotan los naturales armoniosos, todo lo que permite una embestida encastada y buscona del toro. Más con la derecha, encarrilando mejor al animal en el trapo rojo. Pases de pecho profundos y ceñidos. Adornos finales. Escocada algo caída. Aviso y silencio. Mereció una ovación cerrada el torero, porque tuvo mucho mérito su labor, dadas las condiciones del toro de El Pilar.

Tercer toro, cinqueño,  Liebre de nombre, castaño de pelo, 515 kilos, también bajo de agujas. Le pican poco. Embistió con viaje desmotivado, evidenciando también bajura de casta y escasa codicia. Juan del Álamo realiza una larga faena, deseoso de sacar el máximo partido al animal. Algunos pases al natural le salen estimables y los de pecho, también. Pinchazo y más de media al encuentro. Aviso y silencio.

Cuarto toro, de nombre Campanero, 601 kilos, rabilargo. Recibe un puyazo al relance de un capote, empujando con poder y otro metiendo abajo la cabeza en el peto. Luis David Adame, en su turno de quites, realiza uno muy vistoso por navarras. El Pilo coloca dos buenos pares de banderillas y el peruano Joaquín Galdós escenifica un precioso comienzo de faena, por abajo, flexionando la pierna.  Dos series con la derecha que permiten ver la nobleza del animal y alguna de naturales de bella traza, se logran a la voz y con toques precisos, aunque no consiguen calar en el público. El toro es noble, pero soso. Mal con las espadas, pincha tres veces, pone media estocada y descabella al segundo intento. Dos avisos y silencio.

Quinto toro, Cotidiano de nombre, cinqueño, de 535 kilos de peso, negro bragado y muy astifino. Se deja pegar en varas, metiendo los riñones en dos entradas. Exhibe movilidad en los tercios siguientes, aunque lleva la cara alta y los pitones por encima del estaquillador de la muleta de Luis David Adame, muy inteligente y sereno, le saca el máximo partido, midiendo tiempos, alturas y distancias. Los pases en redondo con ambas manos no pueden completarse como quisiera el torero porque el toro se frena en la salida de los muletazos. Las bernadinas ajustadas de final de faena son injustamente afeadas por un sector de público. La casta que le falta al toro la pone el torero. Estocada entregándose. Petición de oreja y vuelta.

Sexto toro, atiende por Medidillo, es negro y pesa 562 kilos. Lo recibe Jesús Enrique Colombo con dos largas cambiadas de rodillas en terrenos de tablas del 10 y con unos salerosos lances del delantal. Empuja el toro en varas y Colombo quita por chicuelinas. Banderillea con su proverbial espectacularidad, pero marra en el par al quiebro, prendiendo los palos en la paletilla del toro. Pide colocar un tercer par y parte del público le abronca, en gesto de absurda impertinencia. Por fin coloca otro al cuarteo, exhibiendo sus facultades físicas, porque el toro arrea en este tercio. Muy encastado y con movilidad, este toro fue el mejor de la desigual corrida enviada por Moisés Fraile, y posibilitó algunas fases lucidas del joven diestro venezolano, todo voluntad y ganas de agradar. La contundencia de su espada precipitó una tibia petición de oreja, desatendida por el presidente. Dio la vuelta al ruedo.

Consideraciones finales. Casi todos los toros fueron protestados de salida. Ignoran los protestadotes el perfil fenotípico de estos toros, generalmente no “rematados de atrás”, pero muy ofensivos por delante. Luis Bolívar se mostró cuajado, artista y valiente. Mereció una mejor respuesta del público, después del trance terrible que sufrió, del que salió milagrosamente ileso. Adame (Luis David) sale reforzado de Madrid y Colombo queda a la espera de más reposo y una nueva oportunidad.

FICHA DEL FESTEJO:

Seis toros de El Pilar, de desigual presencia y volumen, y de juego encastado en su conjunto, desde el temperamento de sexto y segundo a la bravura noble y entregada de tercero y cuarto. Manejable, sin humillar el quinto y de poco celo el primero

Juan Bautista, de corinto y oro: dos pinchazos, media estocada atravesada y descabello (silencio).

Luís Bolívar, de grana y oro: estocada baja tendida (silencio tras aviso).

Juan del Álamo, de blanco y plata: dos pinchazos y media estocada caída (silencio tras aviso).

Joaquín Galdós, de azul noche y oro: cuatro pinchazos, media estocada delantera y dos descabellos (silencio tras dos avisos).

Luis David, de barquillo y oro: estocada delantera contraria (vuelta al ruedo protestada tras petición de oreja).

Jesús Enrique Colombo, de burdeos y oro: estocada atravesada (vuelta al ruedo tras aviso y petición insuficiente de oreja).

Bolívar fue atendido en la enfermería de un puntazo en el muslo derecho y de una contusión torácica pendiente de estudio radiológico, de pronóstico reservado.

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