Juan de Castilla vence la dureza de Puentepiedra
El torero antioqueño cortó tres orejas a la corrida de Mondoñedo y salió a hombros en la corrida de la Independencia. Rafaelillo y Manuel Libardo fueron ovacionados en sus toros.
No es tarea sencilla ganarse el corazón de la plaza de Puentepiedra. En esa caldera para algo más de dos mil espectadores el cariño no se regala, por el contrario, los toreros que allí hacen el paseíllo se someten a un riguroso examen, a pesar de tratarse de una plaza de tercera categoría.
Rafaelillo era el gran aliciente de la corrida de la Independencia. El murciano que ha hecho leyenda matando corridas de Miura volvió a Colombia para medirse de nuevo (ya lo había hecho en la Santamaría) al encierro de Mondoñedo. En su primero la gente tomó partido por el toro, que fue dos veces al caballo, por capricho del público, y que fue castigado en exceso. A la muleta llegó con menos ímpetu que como se fue al caballo del picador. El cuarto, protestado por su presencia, tenía muy poco recorrido pero Rafaelillo se puso cerca de los pitones y le robó muletazos, con la mano desmayada, de corta dimensión, precisamente por el corto recorrido del toro. Hubo algunos reproches, pero el murciano se fue entre mayaría de aplausos.
Manuel Libardo parecía ganarse al público desde el inicio de su primera faena. Sin probaturas se fue a los medios, citó de largo y pudo torear en redondo. La primera serie fue tan emotiva que parte del público se puso de pie. En la segunda el toro empezó a quedarse debajo de la muleta y el torero se veía obligado a recuperar la distancia. Parte del público no se percató de aquel obstáculo y se puso a favor del toro. Con el quinto el torero de Ubaté no consiguió mayores emociones en una faena que se hizo larga.
Juan de Castilla, debutante en las puertas de Bogotá, fue el que conquistó a los aficionados que se dieron cita en Puentepiedra. Brindó su primer toro a José María Serna, Esteban Castro y los jóvenes empresarios que hicieron el milagro de la Corrida de La Independencia, y a pesar de no tener antecedentes en la lidia de Mondoñedos los toreó como si fuera todo un experto.
El tercero tuvo embestidas emocionantes y De Castilla brilló más con la mano derecha. La faena mantuvo su nivel y el torero no dio pretexto para que salieran las voces más exigentes. Cortó una oreja.
La faena grande de la tarde fue la del sexto. Juan de Castilla y el toro Hoyador protagonizaron unos minutos intensos en los que la caldera de Puentepiedra rugió con los oles estruendosos que provocó el torero, con los muletazos de mano baja y trazo poderoso que consiguió por ambos pitones. Ya cuando el toro se resistía a embestir, el antioqueño se inventó un circular invertido que prolongó con un cambio de mano. La plaza fue un clamor. Y la estocada, espectacular, no hizo sino desbordar la emoción. El público pidió las dos orejas y el torero se marchó a hombros.
Los seis toros acudieron dos veces al caballo, los toreros se vieron obligados a colocarlos a distancia para satisfacer el gusto del público, que respiró más torismo que torerismo.
Puentepiedra, plaza de toros Marruecos
Sábado 29 de julio de 2017
Corrida de Independencia
Lleno
Se lidiaron seis toros de Mondoñedo, muy bien presentados los tres primeros, protestado el cuarto. Fueron aplaudidos en el arrastre
Rafaelillo: silencio y silencio
Manuel Libardo: silencio en ambos
Juan de Castilla: oreja y dos orejas.