Madrid a los pies de El Juli

El madrileño, que paseó una oreja y falló con la espada tras la buena faena a su segundo toro, perdió hoy la posibilidad de volver a salir por la Puerta Grande de Las Ventas, en una tarde de San Isidro en la que vivió una clara reconciliación con el público madrileño.

Después de muchos años de distanciamiento y reticencias de la afición venteña con este torero, que precisamente salió lanzado a la fama desde aquí en su gesta en solitario como novillero, hoy volvieron a sonar fuertes para él las palmas y los olés que se le regatearon durante casi tres lustros.

Y lo cierto es que El Juli dio motivos para ello, en primer lugar con un segundo de la tarde al que cuajó un magnífico quite a la verónica: con la figura relajada y los dos talones sobre la arena, lo meció con las bambas del capote en cuatro lances muy redondos, en los que ya se vio la excepcional clase del de La Quinta.

Idéntica relajación y facilidad tuvo también su faena de muleta a un ejemplar que no dejó de seguir el engaño con ritmo y recorrido, con el torero manejándose con suficiencia de tentadero, tanto en lo fundamental como en los adornos.
 

Con naturalidad y a buen nivel todo, muy compacto, pero tal vez poniendo algo más de sinceridad en los cites y de pasión en los embroque hubiera llagado a cortado esas dos orejas que el toro claramente le ofrecía con su sobresaliente comportamiento.

En todo caso, Juli pudo llevarse esa otra oreja del quinto, un toro que, después de un par de extraños en el inicio del trasteo, comenzó a tomar la muleta con creciente entrega y profundidad a medida que el madrileño también iba poniendo más carne en el asador, hasta llegar a la cima de dos rotundas tandas de naturales, de lento y prolongado trazo en las que ambos acabaron de romperse.

Pero, con toda la plaza a sus pies, Julián dejó en dos pinchazos una nueva y clara oportunidad de abrir una Puerta Grande que solo ha llegado a atravesar una vez en su ya larga carrera como matador de toros. Al menos hoy, Madrid le ha vuelto a ver con buenos ojos.

El interés del cartel, que colocó el primer “no hay billetes” de la feria y volvió a concitar al “famoseo” en tendidos y callejón, era el anuncio de Morante de la Puebla con los toros de La Quinta, de ese encaste Santa Coloma que no suele ser habitual en las citas de las figuras.

Pero el artista sevillano apenas tuvo ocasión de responder a la expectación con un lote muy escaso de raza, sin celo el primero y absolutamente venido abajo el cuarto. Y si puso algo de empeño con aquel, con este otro no quiso perder demasiado el tiempo.

Pablo Aguado se encontró también en su primer turno con un “santacoloma” de escaso celo, aunque la suerte le compensó con el noble y claro sexto, al que solo le faltó un punto más de brío. Y con ambos, aunque intentó templarse y ayudarlos a media altura, se manejó con poco convencimiento y gobierno, sin la decisión necesaria para concretar sus buenas intenciones.

—————

FICHA DEL FESTEJO:

Seis toros de La Quinta, casi todos cinqueños y en tipo de su encaste Santa Coloma, pero dispares de volúmenes y encornaduras. De juego también desigual, destacó especialmente el segundo, de bravura enclasada, se empleó con recorrido el quinto y resultó noble el sexto. El resto, bajos de raza y a menos.

Morante de la Puebla, de tórtola y azabache: estocada baja (silencio); dos pinchazos y estocada desprendida (algunos pitos)

El Juli, de marino y oro: estocada trasera (oreja); pinchazo, pinchazo hondo y dos descabellos (vuelta al ruedo).

Pablo Aguado, de verde esmeralda y oro: estocada tendida (silencio); tres pinchazos y estocada (silencio).

Entre las cuadrillas, Iván García, que destacó en la brega del sexto, saludó tras dos soberbios pares de banderillas al tercero.

Cuarto festejo de abono de la feria de San Isidro, con cartel de “no hay billetes” (unos 22.000 espectadores), en tarde calurosa.

Comparte este contenido