Román, puerta grande en Manizales

El español Román Collado cortó este martes dos orejas y se convirtió en el primer diestro en abrir la puerta grande de la 68 Feria taurina de Manizales.

Por Víctor Diusabá, tomado de EFE en internet
Foto Wiliam Cortés

El colombiano Juan Sebastián Hernández obtuvo un apéndice. El otro alternante, el también nacional Ricardo Rivera no consiguió trofeos.

El hierro de Santa Bárbara envió un encierro de intachable presentación y juego dispar. Se destacó el lidiado en tercer lugar, que se hizo merecedor a la vuelta al ruedo.

ROMÁN, MILAGROS DE LA TÉCNICA

Román Collado recorrió una vez más el camino que lleva a la puerta grande de la plaza de toros de Manizales. Y lo hizo de la mano de una vieja conocida, la ganadería de Santa Bárbara, tan cercana a sus éxitos en este albero.

La corrida tuvo un buen comienzo, con hechos y emociones en los tres primeros turnos y otro tono muy diferente en la restante mitad.

Sobre ese sube y baja hay que decir que si bien el primero tenía mucha lámina no le faltaban interrogantes. La tarea de Ricardo Rivera era fijarlo.

Y lo fue haciendo en medio del alto grado de exigencia de quien no se entrega. Los muletazos pasaron de sueltos a hilvanados para hacer de la faena motivo de regocijo en los tendidos. La espada no hizo el trabajo y el final se alargó.

De pelo castaño, el segundo de la tarde tardó en definirse. Igual, no pareció tener mucho por dentro y ante esa debilidad Román sacó el manual de soluciones para ponerlo a sus órdenes.

Esos milagros de la técnica, por cuenta de Román, autor de todo. Y de ese espadazo que cerró la obra del artesano. Puerta grande.

A gusto, fue esa la sensación que dejó Sebastián Hernández con el capote a la salida del tercero. Tras la vara en terrenos de la querencia natural, el de Santa Bárbara fue con ritmo a los cites de mano derecha del torero colombiano. E igual, no desentonó por el pitón izquierdo.

Faltó pausa, quizás porque las ganas se desbordaron, pero, igual, la oreja premió la entrega.

Al también serio cuarto, Ricardo Rivera lo emplazó en los medios. Cuando las cosas empezaron a marchar, vino una cogida sin consecuencias para la salud del matador, aunque sí para el comportamiento del ejemplar, desde ese momento más amigo de los adentros. Espadazo.

De mucha cara resultó el quinto, que pronto alertó sobre sus exigencias a la hora de los embroques, esos puntos de encuentro entre él y Román, su lidiador. Los temores se hicieron realidad, el toro no tuvo franqueza.

Hernández encontró dificultades en el cierre de la corrida. Igual, se puso de cara ante ellas y con un planteamiento de mano izquierda, aprovechó lo que había en ese filón de la acometividad del animal. Los pinchazos enterraron el sueño de una puerta grande.

FICHA DE LA CORRIDA

Toros de Santa Bárbara, muy bien presentados y de juego dispar. El tercero fue premiado con la vuelta al ruedo. Primero y segundo, aplaudidos en el arrastre.

Ricardo Rivera, sangre de toro y oro: entera desprendida, pinchazo y descabello, saludo tras dos avisos. Espadazo y palmas. Los otros tres se quedaron a mitad de camino y sacaron complicaciones.

Román, oliva y oro: metisaca, pinchazo y tres cuartos. Silencio.

Juan Sebastian Hernández, blanco y oro. Entera y oreja. Pinchazos, entera, descabello. Palmas luego del aviso.

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