Juan de Castilla impacta nuevamente en Madrid

El torero colombiano dio un vuelta al ruedo e impacto, una vez más, en la primera plaza del mundo, Las Ventas de Madrid.

 

Resumen de prensa

Fotos William Cortés

 

La encarnizada guerra de un heroico Juan de Castilla con un toro de enfermería en Las Ventas

El Mundo –  Zabala de La Serna

El sincericidio de Juan de Castilla le condujo al heroísmo en este simulacro de torismo de Dolores Aguirre que no es ni torismo, sino pura degeneración. Una mansedumbre inhóspita, terriblemente dura, envasada en unas láminas que, por momentos, si es otra ganadería, queman la plaza.

Ciertamente resultó paradójico que este hierro torista se aupara con el premio razzie a la corrida peor presentada de la feria en clara rivalidad con Juan Pedro. Dentro de la escalera de distinto rango, pelo, corte y confección -no hubo dos iguales ni parecidos-, el tercero, una avispa, se llevaba la palma. Certificó que no hay enemigo pequeño. Un depredador, definido como toro de hule, un cabrón desde que salió, con la cabeza como una devanadora. Todo el poder en ella, en el cuello. Sin fijeza alguna. Una persona, suele decirse. ¿Qué persona? La peor que se te ocurra. Otegi, Putin, no sé. Así en plan carnicero. A Juan de Castilla lo atrapó para triturarlo en un error de planteamiento: se puso a larga distancia para empezar la faena con ese toro que desparramaba la vista salpicando sangre. Lo cogió como un tigre de Bengala, y en el suelo se revolvió como una hiena. Lo hirió. Pero el colombiano valiente se rehizo, se calzó una calzona verde militar y volvió a la encarnizada guerra. Tiraba con todo el doloresaguirre. Una cóctel molotov de genio e impotencia. Bravísimo el torero de Colombia, que le recetó finalmente un espadazo con autoridad.

La jodienda es que su ligera trayectoria atravesada le restó muerte. Y como se levantó varias veces algunos julais aplaudían. Puede que esa demora en la muerte le privara a JdC de una petición mayor. La vuelta al ruedo del héroe sangrante debió concluirla en la puerta de la enfermería, donde ingresó con una cornada de15 centímetros en la cresta iliaca y un desgarro en el pene (pronóstico reservado).

Del quirófano volvió para clavarse a portagayola para librarle una larga cambiada a un tanque de 669 kilos (récord 2025). La paradinha fue de infarto. Se arrancaba con todo la mole, que ya en el primer puyazo quiso irse. Pero, como en este tipo de corridas la demagogia prima, hubo que ponerlo otra vez en largo. El lanzazo fue de órdago. Después todo fueron oleadas, caballazos y pechazos. Terrible. Demasiado apuró el colombiano con aquel camión que pretendía solamente estrellarse contra él.

Juan de Castilla saca lo poco estimable de la mansada de Dolores Aguirre

EFE – Paco Aguado

El diestro colombiano Juan de Castilla, que cambió una vuelta al ruedo por sendas heridas de pronóstico reservado, sacó este martes lo poco estimable que pudo verse ante una desigual corrida de Dolores Aguirre, que, en distintas versiones, desarrolló una generalizada y acusada mansedumbre.

…Ese tercero fue un toro flacón y de feas hechuras que, como todos sus hermanos, se repuchó y se fue dolido del peto, para, una vez que lo sacó al tercio, irse directamente al pecho del colombiano a las primeras de cambio, sin obedecer el toque de la muleta. Con tremenda fuerza en su arreón, derribó al torero para después soltarle varios y muy secos gañafones que solo alcanzaron ligeramente el objetivo.

Herido en el muslo y en el pene, De Castilla cubrió su desgarrada taleguilla con unos recortados vaqueros para plantar cara al manso, que, atemperó su genio en cuanto la muleta le exigió por abajo, sin pasar de dar medias arrancadas sin celo ante el determinado empeño de su matador, al que el público reconoció esa entrega con una vuelta al ruedo tras una estocada de retardado efecto.

Madrid se rinde ante un valiente Juan de Castilla

La Patria – Víctor Diusabá

La imagen hablaba por sí sola: el temible Tendido 7, ese mismo que se come vivos a los toreros, era un solo hombre que ovacionaba al valiente aquel que se acababa de jugar la vida.

Tal culto al valor era para Juan de Castilla, autor de la única petición de la tarde y dueño de una vuelta al ruedo sin reparos. Amén de una cornada en la espalda y puntos de sutura en el pene, según el primer parte médico de su apoderado , heridas con las que salió a lidiar el segundo de los suyos.

No tuvo este martes el torero de Medellín material con qué hacer grandes obras. Lo que le salió por la puerta de los sustos fue genio y mala leche del que lo cogió. E intrascendencia en el otro, ese que no quería nada, aparte de huir.
Igual, Madrid le calificó como triunfador de la tarde. Aunque no sería exagerado que en la vuelta al ruedo se puso a sus zapatillas.

Juan de Castilla y una declaración de falta de gusto

Mundotoro

Juan de Castilla llegó a Madrid con la firme intención de cambiar su futuro. Y solo cuando uno está dispuesto a perderlo todo, está en condiciones de ganarlo todo. El manso tercero había sido protestado por sus destartaladas hechuras y su justo remate. De buenas a primeras, y después de mostrar su mansedumbre, Juan de Castilla dio distancia para torear sobre la diestra. El toro vino directamente al pecho como un obús y al intentar librar el aprieto, el pitón le golpeó en el hombro, quedando el colombiano a merced en el suelo. Violento y angustiosos fueron los segundos posteriores, con el toro pegando cornadas y levantándole del suelo en varias ocasiones. Buscó Juan de Castilla un vaquero con el que tapar sus nobles partes -heridas-, aunque con una cornada en la espalda que pasó totalmente inadvertida. Ni un gesto, en una auténtica gesta.

Se fajó Juan de Castilla, de valor seco y verdad entregada, con las embestidas descompuestas del astado. Más a la defensiva, que a la verdadera entrega. Se mantuvo firme y anclado en la arena hasta que consiguió dominar a la furia en una faena de emoción. En la bocana de toriles miraba César Rincón a su paisano, que estaba ganándose el respeto, una vez más, de Madrid. Se tiró recto en la suerte suprema y la estocada puso al público en pie. En otros tiempos, esta faena hubiera sido premiada con una oreja. Ahora, apenas se la pidieron para llegar a la mayoría. Dio una vuelta al ruedo.

Salió a matar el sexto y con el cuerpo todavía marcado por la cogida anterior, se fue Juan de Castilla a la puerta de chiqueros para que saliera un toro que rondaba más los 700 kilos -por 30- que los propios 600. Se paró el de Dolores Aguirre antes de la primera raya del tercio, salvando con valor el trance el colombiano. Tuvo tanta carne como kilos de mansedumbre. No ayudó tampoco un mal tercio de varas. Llegó sin opciones a la muleta y quitó mayor eco a una proeza que también mereció un mayor reconocimiento. Y, a partir de ahora, un mejor trato.

 

 

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