Juan de Castilla triunfador de la feria de Lenguazaque

El torero antioqueño fue declarado triunfador tras su actuación en la segunda tarde de la feria. Corte tres orejas a su lote que hizo parte de una desigual corrida de Santa Bárbara en la que su voluntad y una segura espada le dieron el triunfo. Siempre firme, supo leer la tarde de pies y de rodillas – de gran forma- hasta que sus toros aguantaron. El público se le entregó. Justas fueron las orejas y el trofeo que se llevó.

Abrió la tarde Manuel Libardo y Gitano. Ambos ofrecieron un duelo que en los tendidos pocos supieron apreciar. El de un torero capaz y un toro que siempre acudió a los cites con brío y rozando los muslos del que lo citaba. Una faena derechista, con series de seis muletazos, pues el de Santa Bárbara no brindó opción por su pitón izquierdo. Al toro le dieron la vuelta al ruedo y a Manuel, después de un pinchazo, una estocada y de apostar por el toro, solo algunas palmas lo acompañaron. Cortó una oreja de su segundo toro.

Román, dispuesto toda la tarde, se fue de vacío por culpa de su espada. Incluso en su primer toro que parecía no ver de lejos y que terminó en tablas, logró momentos estimables a fuerza de querer. Parecido guión siguió en su segundo turno en el que su espada tampoco entró rápidamente.

 

Pardo y Escribano a hombros

En la tarde anterior se llenó la plaza. Se lidió una corrida de Ernesto Gutiérrez de la que se cortaron cinco orejas, dos de ellas simbólicas. Manuel Escribano, que ya había cortado una oreja a su primer toro, se llevó dos más como fruto de un indulto que ni buscó ni esperaba. Tras una faena de torero entregado, al toro de menor trapío de la tarde, el público batió sus ponchos para pedir un indulto que la presidencia no supo negar.

Cristóbal Pardo se quedó sin premio en su primer toro, y tuvo que esperar el cuarto toro de la tarde para llevarse dos del mejor ejemplar de la tarde. Su toreo al natural tuvo que ver en ese doble premio, también su capote que buscó variedad y suavidad.

Juanito Ortiz vio salir por la puerta de chiqueros a los más toros de la tarde. Su voluntad se quedó sin premio por culpa del filo de su espada.

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